11. Fríos despertares

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Mi corazón latía lentamente, hasta demasiado, quizás. Llevaba más de media hora sujetándome la muñeca, sintiendo el pulso bajo mi piel. Estaba calmado, y eso no me gustaba.

Debería estar enfadado con Gerard, despertarle de mi lado y gritarle que es un idiota. Debería sentir rabia por lo que hizo anoche. Debería estar triste, quería llorar, pero estaba completamente seco por dentro, neutral, aislado de mis emociones como un cactus en medio del desierto.
Siquiera me notaba feliz, o complacido, o frustrado, desesperado, hundido...

No sentía nada, y lo estaba odiando.

Me senté en el borde de la cama y tomé la negra ropa interior del suelo, vistiéndomela al momento.

Di un paseo por la habitación, tratando de no quedarme embobado de nuevo con cada mínima brecha que encontraba en la pared, o cualquier rayo de la débil luz que entraba por la enorme ventana. Me quedé fijo en el paisaje detrás del amplio ventanal en aquel acogedor hotel, el cual ya había empezado a odiar.

Afuera llovía, era extraño, porque hacía semanas que no veía la lluvia, o al menos no me fije en ella tanto como esta mañana. El cielo estaba blanco, un poco nublado, se veía otoñal, a pesar de que todavía faltaran un par de semanas para que acabara el verano.

"¿No tienes nada qué decirme?" escuché el suave murmullo a mis espaldas. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, sentí la gélida brisa que me obligó a abrazarme a mi mismo en busca de calor.

"Absolutamente nada." respondí en un tenebroso susurro.

Noté como Gerard se levantaba de la cama, y en un débil reflejo del cristal le vi buscar sus pertenencias.

"Tienes mi ropa interior." gruñó tomando mi muñeca para que me volteara, sentí como la calma se iba ante su tacto, produciendo el característico cúmulo de huracanes que revolvían mis entrañas sin piedad.

"No es verdad." mentí volteándome y recogiendo del suelo las bragas que usé la noche anterior. "Esta es tu ropa interior." se las lancé a la cara, recibiendo una cruda mirada cuando las sujetó al vuelo.

"No pienses que voy a disculparme." tiró la prenda a un lado y empezó a vestirse los pantalones.

"¿Crees qué pienso que vas a hacerlo?" reí imitando su acción y buscando mi propia ropa. "¿En serio crees que te veo capaz de disculparte?" vacilé de nuevo pasando por su lado.

"Déjate de tonterías, ¿quieres?" musitó poniéndose su chaqueta. "Pensaba que podríamos quedarnos aquí un par de noches más, pero..."

"Oh, claro, ¿ante qué zorra tenías pensado humillarme esta noche?" sonreí con sarcasmo.

Gerard rió.

"Te comportas como una princesa."

"¿Yo?"alcé la mirada sorprendido. "Tú eres el que se las pasa echándose cremitas a la cara cuando crees que no te ven, y el que se cepilla el pelo dos putas horas todos los días. Ah! Y por cierto, tienes las cejas raras." apreté los dientes y me metí en el baño, cerrando de un portazo.

Necesito pensar.

Necesito un plan.

Mi momento de relax se fue pronto a la mierda, cuando me di cuenta de que el baño no tenía cierre, por lo tanto no tardé en ganarme compañía.

"¿Podríamos hablar por una vez como personas adultas y maduras que se supone que somos?" dijo apoyándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

"Claro, te escucho." gruñí sacando el cepillo de dientes y empezando con el usual ritual de limpieza.

"Pues creo que no estás preparado para esto, y sugiero dejar la relación."

69 noches con Gerard Way [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora