23. El Fin de una era

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Así que me senté en el borde de la cama, allí donde solía sentarme siempre que me despertaba sin Gerard a mi lado. De reojo visualicé el reloj de pared, la aguja se movió tres segundos más y se marcaron las perfectas cuatro de la tarde. Recogí mi ropa del suelo y empecé a vestirme despacio. Ponerme los pantalones había sido el desafío más exigente ya que tenía un arañazo que a sangre seca se marcaba a lo largo de todo mi pálido muslo, no iba a librarme de la cicatriz.

Siquiera recuerdo como habíamos llegado a aquello, no se si quiero recordarlo, sinceramente.

Me paré frente al enmarcado cristal del cuarto de baño, y analizando mi propio reflejo me coloqué la camisa, abotonando nada más que los tres últimos botones. Tallé mi rostro con agua, notando las marcas violetas en mi cuello, las cuales posiblemente causaran los labios de Gerard. Suspiré ante lo deprimente que me veía y sin añadir nada más bajé al piso inferior, esperando encontrar al mayor allí.

Iba a dirigirme directamente a la cocina pero llamó mi atención la puerta abierta del despacho de Gerard. Me acerqué hasta allí y desde el umbral le vi escribir algo muy concentrado en la pantalla de su ordenador.

"Hola." Saludé con un gesto con la mano. La esmeralda mirada se despegó de su objetivo y me miró con media sonrisa.

"¿Has dormido bien?" Preguntó siguiendo con sus escrituras, sin prestarme mayor atención. Aproveché el momento para tomar asiento en el sofá que decoraba uno de los laterales en su despacho.

"Como siempre." Me encogí de hombros sin mirarle tampoco. Noté que Gerard se paraba de su lugar y con dócil paso se acercó a mi con una taza de algo que creí a primera vista sería café.

"Chocolate." Corrigió mis pensamientos extendiendo la taza hacía a mí. Acurruqué mis piernas cerca de mi abdomen y tomé el recipiente, bebiendo un par de tragos. "Te veo más pálido de lo usual, ¿has comido algo?"

"¿Acaso importa?" Alcé la mirada con rabia. Estaba algo enfadado con Gerard por presionarme tanto anoche, pero de cierta manera sabía que aquello antes o después iba a ocurrir.

"Importa, Frank, no vas a morir de hambre en mi presencia. Dime, ¿Hay algo que te apetezca en especial?"

"Que te mueras." Susurré.

"¿Qué has dicho?" Alzó la voz. Yo dejé la taza en el suelo y me levanté de mi sitio.

"Gracias por el chocolate." Gruñí saliendo del despacho, pero sin conseguir lo que quería, ya que la ágil silueta de Gerard empezó a seguirme por toda la casa.

"¿Quieres hablar de lo que pasó ayer?" Murmuró a mis espaldas cuando llegué de nuevo al dormitorio, no estaba dispuesto a contestarle, pero su silencio se hacía insistente y una fuerte presión en el pecho de alguna u otra manera me hizo responderle que sí.

"Hasta el momento estaba dispuesto a ayudarte, porque creía en ti, pero ya no lo hago, Gerard. No vales la pena." Hablé el primero, escuchando un murmullo de aprobación por la parte contraría.

"Ya lo sé. Por eso que sigas aquí me extraña, pe- pero que estés aquí es- es-..."

"¡Una mierda, es una mierda!" Grité dándole un empujón para que se apartara de mi. "Es una mierda muy, muy grande, y no la merezco." Gruñí, Gerard permaneció perplejo, viendome con grandes ojos y la boca abierta, como si no se esperara que me comportara así. "¿Como pretendes que esté contigo si tu no estás conmigo, Gee?" Añadí entre sollozos, de pronto todo me dolía y me sentía completamente exhausto.

"Yo-... Yo no quiero tratarte mal, Frank, pero es que tú me obligas. Tú eres quien me amenazó anoche, quien pidió que te marcara y no sé que cosas más... Y es extraño, es inexplicable para mí lo que siento cuando tu me pides algo y yo noto como todo me obliga a obedecerte... Que por mucho que no quiera mi cuerpo actua." La voz de Gerard tembló, pero ahora era yo quien lo miraba alucinado. Él debía estar mintiendo, porque sino es que ya nada tiene sentido.

Yo no soy el malo de esta película.

"Mira mi cuerpo, Gee." Le enseñé ambas piernas y la espalda, arañada y llena de moratones. "Has sido tú."

Gerard apartó la vista y se mordió el labio. "No estás siendo justo... Tú me lo pediste."

"Ugh!" Grité descargando mi ira en su rostro. No esperaba hacerlo, pero mi mano por si sola atacó la mejilla de Gerard, dejando una marca roja en su cara. "Menudo estúpido egoísta. Desaparece de mi vida de una vez, te odio."

Salí de la habitación.

Gerard no me siguió más, cogí mi mochila medio cargada de ropa y bajé abajo. Ataqué la nevera en busca de un par de piezas de fruta y guardandolas en una bolsa salí del hogar.

Miré el anochecer desde el jardín, hacía algo de frío y no sabía donde dirigirme, tampoco bien sabía si quería irme de allí. Eché una última vista atrás, miré a Gerard, quien mantenía una de sus manos pegadas al cristal de la ventana y me miraba desde el dormitorio de arriba.

"No te odio, Gee." Susurré hacía a él, aunque sabía que no podía oirme. "Pero quererte cuesta demasiado cuando estás cerca. Aún así, creo que nunca dejaré de hacerlo."

69 noches con Gerard Way [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora