Capitulo 72 - Cambios

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Desde la puerta del cuarto hasta la cama, había un rastro de prendas. El vestido de Selena se perdía entre las sábanas a los pies de la cama. Los dos cuerpos yacían unidos en el centro del colchón. Hacía horas que había amanecido. Pero ninguno de los dos deseaba hacer otra cosa más que amarse. Zayn le besaba el cuello mientras embestía contra la sensible carne, una vez más. Selena gemía y se aferraba a él, deseando que nunca terminase y rogando a su vez porque la tortura concluyese. Estaban hambrientos el uno del otro. Pero no era la lujuria lo que los movía. Sino el amor. Ambos notaron el cambio.

Zayn embistió por última vez con un grito ahogado al notar como ella se estrechaba contra él. No era simple sexo. Ella respondía a sus caricias con tanto amor como él. Jamás dudaría de ella de nuevo. Él la amaba y si ella estaba junto a él era porque también lo quería. Puede que no al mismo grado, pero se conformaba con lo que le pudiese dar.

Rodó sobre su espalda y se la llevó con él. La acurrucó sobre su pecho. Y ambos se permitieron descansar y abandonarse al sueño.

Pocas horas después, el despertador les hizo maldecir. Tenían que preparar las maletas y marcharse pronto al aeropuerto. Pero ninguno de los dos deseaba salir de la cama.

- Tenemos que despedirnos de todos -recordó Selena, cuando intentó levantarse y él no le dejó.

- Los veremos en Año Nuevo –repuso Zayn.

-Solo a los chicos. Trisha y Edward no irán. Debemos despedirnos -ordenó con calma, como si hablase con un niño desobediente.

- ¡No quiero! -protestó Zayn haciendo pucheros, mientras se abalanzaba sobre ella.

- ¡Me estás asfixiando! -gimió Selena, intentando apartarlo- Zayn -dijo con ternura mientras le acariciaba la mejilla- Yo sé que tienes miedo de volver a la realidad. Yo también lo tengo. Pero no me arrepiento de lo que ha pasado entre nosotros. Y no deseo que cambie cuando lleguemos a casa.

Una enorme sonrisa se dibujo en el rostro de Zayn. Ignorando las leves protestas de ella y el tiempo que corría en su contra, comenzó a besar cada parte a su alcance, del delicado cuerpo bajo él. Ella dejó de quejarse en cuanto llegó a su intimidad y millones de estrellas comenzaron a danzar a su alrededor. Una vez más hicieron el amor. Fuerte, exigente y con tanto amor, que ambos desearon embotellarlo para no perderlo. Sin apartar la mirada el uno del otro, llegaron al éxtasis de su unión. La felicidad, la paz y el amor, se reflejaba en sus miradas. No había dudas entre ellos. Nunca más.

Selena consiguió convencer a Zayn para que se duchase solo, mientras ella hacía su maleta. Después cambiaron los papeles. Cuando todo estuvo listo, a la hora de almorzar, bajaron para encontrarse con toda la familia. Edward y Trisha estaban felices pero con un rastro de duda en su expresión. Zac no se deshizo de sus gafas de sol, que enmascaraban el estado post-borrachera. Y Ashley se limitó a decir mil veces lo mal que se encontraba por la resaca, aunque su aspecto fuese saludable. Echarían de menos a esa familia.

¡Su familia!, pensó Zayn. No había motivos para pensar que era la última vez que se verían. Y aun así se entristecía de tener que marcharse. Pero tenía muchos planes por delante. Y más ahora que tenía a Selena a su lado. Todo había sido muy extraño estando allí. Había sido una montaña rusa de emociones. Había aprendido más sobre su familia y sobre él mismo en esa semana, que en el resto de su vida. Y a la vez, se había dado cuenta de que la Selena que conocía seguía estando a su lado. Aunque más hermosa y especial de lo que nunca se podría haber imaginado.

La miró con ojos de enamorado y le besó los nudillos. No importaba cuanto la conociese, cada vez que la miraba su corazón daba un vuelco de felicidad. Aunque supiese todos y cada uno de sus defectos. Como que no soporta ir acompañada de compras porque le atrasan en su afán consumista. O que era incapaz de escuchar una canción, película o poema de amor, sin reírse de lo cursi que sonaba. No era ninguna flor delicada. Y esa fuerza con la que vivía era exactamente lo que lo enamoró de ella. Desde que eran pequeños y le decía que él era su "esclavo". Sin duda, ahora lo sería gustoso. Aunque tenía que reconocer que por entonces también lo era. La mayoría de las veces obedecía a cada deseo que la caprichosa chiquita tenía y si no estaba de acuerdo, ella acababa pegándole hasta que lo estuviese.

Amigos Desconocidos |z.m • s.g|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora