Capítulo 1.

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Mi autobús es el mismo de todos los días, el número veintitrés, siempre pasa a la misma hora, a las seis quince de la mañana, mi asiento siempre es el mismo el último de la fila de la izquierda junto a la ventana, pasa por las mismas calles y tarda siempre lo mismo en llegar a mi destino, cuarenta y cinco minutos, lo único que cambia con los días es las personas que ocupan los lugares, a veces es una señora que se duerme la mitad de mi trayecto, a veces niños de primaria, y otras veces voy sólo por varias paradas.

El día de hoy no es tan diferente de otros días, espero diez minutos antes el camión, y aprovecho el tiempo de espera para revisar si no me falta nada. En la parada no llega más gente que yo, y justo a la siete quince llega el autobús número veintitrés. Subo como de costumbre con un paso rápido y le pago al conductor, me dirijo a mi lugar en la fila de la izquierda al lado de la ventana, saco los audífonos del bolsillo y preparo la música que me acompañara por mi recorrido.

Como era de esperar las personas suben y se esparcen en los asientos, nadie me llama la atención para dedicarle una mirada más de dos segundos. No hasta la parada número cinco.

En la parada número cinco, tan sólo unos minutos después de recogerme se sube alguien quien me llama la atención y demasiado, es un chico de piel blanca, con una nariz respingada y el cabello castaño oscuro con unos rayos rubios, con pómulos definidos y unas marcas al lado de sus labios, no sé si es por la canción que estoy escuchando en este momento Love Me Like You Do, o que cuando me volteo a ver me dedico una sonrisa, no lo conozco y no recuerdo a alguien así que haya estado en mi vida, cuando se dirige al pasillo me llega una idea que es de lo más imposible, que se siente a mi lado, justo cuando está a unos asientos cerca de mi olvido hasta como me llamo, me tiemblan las mano, por suerte se encuentra con un lugar dos asientos antes que yo. Me relajo, mi imaginación siempre exagera en casos así.

Él se fijó en mí, pero sólo como la persona que se le quedo viendo cuando subió al autobús, y siento que sólo me vera así, nada más que compañeros de autobús ya que no se puede ser algo más.

Ya que él es un chico, muy guapo. Y yo, pues también soy un chico. Y a menos que esto sea una película de romance o una novela juvenil no me va a dirigir la palabra.

Tarda tres paradas y cinco canciones en bajarse, una parada antes que la mía, con la cabeza derecha, pero con el ojo atento lo sigo desde que se levanta y se ajusta su chamarra, se levanta con un movimiento sigiloso pero elegante, pasa al lado de mí y yo aprovecho para memorizar lo más que pueda el más mínimo detalle. Voltea la cabeza al instante en que yo lo hago en mi intento de parecer distraído.

Se baja y al cerrar la puerta del autobús siento un pequeño piquete de dolor.

No soy la primera y última persona que se enamora en el autobús, pero tal vez soy el primer chico que se enamora de otro.

Al ver por mi lado de la ventana que cruza la calle y empieza a caminar repito una parte de la canción que estoy escuchando We Are Never Ever Getting Back Together, siento que esa frase ha simbolizado lo que siento. Saco una libreta libre, mayormente la uso para dibujar y escribir cosas que me llegan a la mente, sostengo el lápiz con fuerza y empiezo.


Nuestro breve instante en el que me regalaste un pedazo de tu sonrisa fue algo maravilloso, me regalaste algo que nunca olvidare, no conozco tu nombre, ni tú el mío, pero tal vez, sólo tal vez, el autobús número veintitrés nos vuelva a unir.


Cierro la libreta al percatarme que ya hemos llegado a mi parada, bajo hecho un desastre, con la mochila abierta y la libreta y la pluma a punto de caer cuando yo bajo del autobús, me despido de este hasta el día de mañana.

Sólo Una Oportunidad. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora