Capítulo 26.

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Bajo lentamente las escaleras, pero sin importar el ruido que haga ya que supongo que, al menos mi mamá ya ha de estar despierta, y una de mis amigas que es la que se suele levantar siempre a esta hora; Me acerco a la sala mientras mis pies descalzos resuenan en las paredes de mi casa, veo que la puerta de la habitación de mi mamá ya está abierta.

Escucho ruidos en la cocina y cuando estoy a punto de entrar veo a mi mamá saliendo de esta, con una sonrisa demasiado grande y sus regordetas mejillas que al sonreír parecen ocultar sus ojos, lleva una tasa de lo que creo que es té en la mano, me ve y parece sorprendido.

– ¡Hijo! – Dice abriendo los brazos y me da un abrazo – Pensé que estabas dormido –

– Estaba – Digo luego de separarme de sus brazos – Me desperté hace unas horas y ya no pude dormir, subí a la azotea y quise ver el amanecer – Digo mientras meto mi teléfono rápidamente a la bolsa de mi pantalón.

– ¿Descalzo? – Dice en un tono mero de preocupación.

– No sentí frio –

– Ya se acerca la cena y no quiero que estés enfermo, hablando de la cena, ya faltan sólo tres días para esta, pasado mañana tenemos que ir a las tiendas a comprar lo necesario antes de que se agote –

– Está bien mamá –

– ¿No se han despertado? – Dice mi mamá mientras ve a mis amigas roncar.

– No, están profundamente perdidas –

Mi mamá me acaricia el hombro y se dirige a la mesa y se sienta. Voy por el control que está en la mesa cerca de mis amigas e intento no pisarlas en el camino de regreso.

Enciendo la tele y en cuanto lo hago una cabeza enmarañada se levanta presurosa, veo el rostro medio dormido de Sara que nos dedica una sonrisa al vernos.

– Buenos días – Dice mi mamá cuando se acerca acomodándose la melena de cabello.

– ¡Buenos días! – Pronuncia casi gritando y vemos como los tres bultos sobrantes se mueven peligrosamente.

– ¿Dormiste bien? – Pregunta mi mama sonriéndole radiantemente.

– Bueno, dormir junto a Paulina y Daniela que no dejaban de moverse fue de las cosas más difíciles del mundo –

– No te quejes, que durante la noche no dejabas de mover tus pies y darme en la cabeza –

– ¿Lo hice? –

– Si –

– Lo siento – Dice rápidamente con una expresión cohibida.

– No te preocupes –

– ¿Quieres desayunar? – Pregunta mi mamá con un tono caluroso y materno.

– Más al rato, mejor comer cuando se despierten estas – Señala con la cabeza a las chicas que siguen moviéndose delicadamente en sueños.

Dicho y hecho, mis amigas empezaron a despertarse con el sonido de televisión y nuestras voces que se habían convertido en un susurro.



Una media hora más tarde la única que faltaba de despertar era Paulina, la cual parecía más agotada, seguro por lo que había pasado ayer por la mañana, y no la culpo, si yo hubiera vivido algo parecido estaría bastante agotado.

– No dejaba de moverse en las noches – Dijo Daniela cuando me le quedaba viendo mientras respiraba profundo – Y creo que la escuchaba llorar –

– Ella siempre llora en las noches – Dice Sara mirando la televisión.

Sólo Una Oportunidad. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora