Capítulo 24.

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Estamos con Paulina en mi casa mientras se enjuaga la cabeza en la regadera, pensamos que llegar a mi casa sería más rápido, y además con el pleito que tuvo Daniela con Karla que para mí fue más que satisfactorio. Paulina ya estaba a lagrima suelta en cuanto decidimos traerla.

Daniela está dando vueltas por la sala con la rabia a flor de piel.

– ¡Es que se lo merecía! – Dice al ver mi mirada de regaño – ¡Además tu disfrutabas tanto como yo cuando empezó a suplicar! –

– Lo sé, pero ¿Y si había un oficial cerca? –

– No lo había, y las personas que estaban cerca no nos separaron –

– Lo que hiciste no estuvo bien Daniela – Dice mi mamá entrando en la sala con una taza de té – Ten, para los nervios –

– Gracias, pero no son nervios señora, es rabia contenida, me hubiera gustado patearle la cara y romperle la nariz –

– ¿Más? – Dice Sara entrando en la sala.

– Si más – Daniela quien se percata de la presencia de Sara se acerca a esta – ¿Cómo esta Paulina? –

– Está mejor, está llorando y diciendo todavía que le arde la cabeza, pero lo último creo que es drama suyo –

– Iré con ella – Dice Daniela lleno rápido al baño y olvidando que tenía una conversación con nosotros.

Mi mamá se sienta a mi lado mientras Sara se sienta en el sillón de enfrente y vemos como Norma aparece a través del pasillo que lleva al baño.

– Decidí dejarlas solas – Dice Norma un poco apenada y se dirige al sillón donde esta Sara.

– Pues no está bien lo que hizo aquella chica – Dice mi mamá cortando el silencio que se creó después del comentario de Norma – Pero tampoco fue bueno que Daniela se fuera a toda velocidad a los golpes –

– Pero se lo merecía – Dice Sara y Norma al mismo tiempo.

Mi mamá le da un sorbo a la taza de té que le había ofrecido a Daniela y mis amigas y yo intercambiamos miradas; de repente mi teléfono empieza a vibrar, lo saco rápidamente y me encuentro con la foto de Theo.

– Es Theo – Digo en un tono esperanzador – Voy a contestar – Me levanto y me dirijo a unas escaleras que dan a la azotea de la casa.

Cuando el sol me cala en los ojos al abrir la puerta presiono el botón verde y me acerco al pequeño techo sobresaliente para crear sombra.

– ¡Hola! – Dice Theo alegremente.

– Hola – Digo en un tono más apagado.

– ¿Qué pasa? – Dice con una mueca de preocupación.

– Nada –

– Sé qué te pasa algo –

Doy un leve suspiro y le cuento a Theo lo que paso hace unas cuantas horas, omitiendo claramente la plática que estábamos teniendo mis amigas y yo antes de lo sucedido; le cuento todo lo que dijo Karla y las expresiones que había, y luego lo que le hizo a Paulina y como Daniela reacciono.

– Pues se lo merecía – Dice Theo arrastrando las palabras.

– Lo sé – Digo de una forma como si me diera pereza pronunciar las palabras.

Lo miro directamente a los ojos, aunque me cuesta un poco por el reflejo del sol que atraviesa por el pequeño techo sobresaliente; Vacila un momento y parece temer pronunciar palabra alguna después de contarle todo lo que dijo Karla sobre él.

Sólo Una Oportunidad. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora