Capítulo 40.

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Nos detenemos en la carretera justo encima de la calle donde se encuentra mi casa, se respira un aire fresco con las nubes oscuras sobre nosotros, Theo me toma de la mano y empezamos a bajar el callejón, mientras nuestros pasos hacen hueco por el camino y como varios de los perros que se encuentran en las azoteas de las casas empiezan a ladrar al percibir nuestra presencia. Veo mi casa a lo lejos y justo una gota de lluvia cae en mi rostro, parpadeo un rato y aceleramos el paso, busco en mis pantalones, no las encuentro, las gotas gruesas empezaron a caer precipitadamente y toco la puerta tres veces. Se escuchan pasos dentro de la casa y luego la ligera voz de mi mamá, la puerta se abre y me deja verla con un rostro que de pronto me ve se suaviza.

– Que bueno que llegaste con bien – Me da un fuerte abrazo – ¿Cómo se la pasaron? –

– Muy bien – Contesto ruborizándome un poco.

– Me alegro, ¿Quieres pasar Theo?, en lo que termina de llover –

– No gracias, supongo que mis padres me han de estar esperando –

– Esta bien – Mi mamá se retira un poco y se aleja – Cierra la puerta cuando se vaya – Dice mi mamá subiendo las escaleras.

– ¿Te tienes que ir? – Pregunto con un tono triste e infantil.

– Sí, tengo que hacer cosas, pero, más tarde te hablo –

– Esta bien –

Se acerca y me da un profundo beso en los labios, se separa antes de lo que yo esperaba y se empieza a alejar por las escaleras, me llega una imagen a la cabeza, cuando me vino a traer la primera vez, me sentía nervoso y feliz, casi como lo estoy ahora, aunque en ese momento no pensé que en un futuro cercano se despediría de mi de beso, su figura desaparece y cierro la puerta lentamente recargándome en esta, me acerco a las escaleras y las subo hasta encontrarme en la sala nuevamente, se ve que había visitas en la mañana porque mi mamá tiene unos cuantos platos sobre la mesa, ya usados.

Me voy a mi habitación y la encuentro tal y como la deje, con la ropa oscura acomodada en el escritorio de una forma un poco abrupta, cierro la puerta y me asomo por la ventana, ya no se alcanza a ver a Theo subir, pero cuando escucho lo que creo que es el sonido de una moto doy un respingo, un rayo de luz se ve a la distancia, a través de las montañas, un rayo ha caído y es seguido por una lluvia más potente se hace presente.

Cierro la ventana pero no evito que unas cuantas gotas se hayan colado de inmediato, siento como un calosfrió me recorre el cuerpo, busco en mi armario una camisa un poco más cálida y me la cambio por la rosa, al instante siento como el calor me regresa al cuerpo, guardo la ropa en donde debe de estar, me acuesto en la cama dejando el teléfono en el escritorio, miro hacia el techo pensando en, cualquier cosa, dejo que mi mente divague, desde lo difícil que podría ser mirar detenidamente el aleteo de un mosquito hasta cosas tan simples como el imaginarme un cielo azul.

Escucho mi teléfono vibrar, lo alcanzo rápidamente y veo el nombre de Daniela, deslizo el icono verde y pego el teléfono a mi oreja.

– ¿Cómo supiste que ya había llegado? –

– Es que tengo cámaras vigilando – Dice agregando una risa al final – Me tienes que contar lo que paso ayer –

– Wow, tu si vas al punto –

– Es que la foto muestra mucho, sólo quiero que me platiques –

– Pues sólo fuimos al concierto, tardamos unas horas en llegar, había mucha gente, la música estuvo de lo mejor, conocí a un amigo de Theo, nos echaron polvo– pintura, y ya era tarde cuando termino así que nos quedamos en casa del amigo de Theo –

Sólo Una Oportunidad. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora