Capítulo 42.

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Me despierto con una sonrisa casi tatuada en el rostro, me acurruco en mi cama y me levanto, me siento en la cama y busco mi teléfono, no hay ningún mensaje, pero aun así no me quita la sonrisa en el rostro. Tiendo mi cama y voy a buscar mi ropa, me cambio y me siento en mi escritorio, hace tiempo que no me siento para poder hacer algo más que la tarea.

Busco la libreta que es donde escribo parte demi alma, veo las primeras cosas que escribí sobre Theo, acaricio delicadamentelas letras, recordando la primera vez que lo vi, y sus ojos se enfocaron en mí,me recorre un calosfrió por todo el cuerpo al recordar la sonrisa que mededico, saco de un cajón un lápiz y empiezo a escribir debajo de todo lo demás.    


¿Se puede ser más feliz que lo soy contigo?

Me has hecho feliz con cada momento que pasamos juntos, tus sonrisas, tus palabras, tus besos y caricias se han quedado marcadas en mi para siempre, son algo que no podré olvidar, me has mostrado un mundo lleno de colores oculto en este mundo gris, me diste una razón para sonreír más de lo que hacía.


Muerdo la goma del borrador mientras repaso lo que he escrito, pensando si es necesario borrar o cambiar algo, pero siento que me ha dejado satisfecho, vuelvo a agarrar con fuerza el lápiz y debajo sigo escribiendo cosas que me nacen del interior de mi ser.


Tu ser es como una obra de arte, si me dejaras estoy seguro que podría llenar toda una galería sólo con retratos tuyos, si me dejaras escribir un libro, serian miles de páginas recalcando lo que me encanta de ti.


Unos golpes en mi puerta me sacan de mis sentimientos escritos en grafito sobre las hojas de mi libreta, doy permiso para entrar y entra mi mamá con una sonrisa en el rostro.

– Hijo, necesito que me acompañes a comprar unas cuantas cosas –

– Claro – Digo emocionado, cierro la libreta y dejo el lápiz junto a esta.

Me abrocho los zapatos y salgo corriendo de mi habitación, mi mamá se agarra la bolsa con fuerza y salimos juntos de la casa, bajamos los escalones con las alarmas que son los perros de los vecinos en las azoteas, que con nuestra presencia empiezan a ladrar con mucha fuerza.

Llegamos a la plaza y seguimos el camino que lleva hasta el supermercado, al entrar a este se siente una ráfaga de aire frio por culpa del aire acondicionado, tomo un carrito y empiezo a caminar detrás de mi mamá guardando cierta distancia, por los pasillos que pasamos mi mamá se detiene más de diez minutos comparando los productos y los precios, me recargo en el carrito contestando las preguntas que me hace mi mamá sobre si me llama la atención algún cereal o si convendría más comprar algún producto nuevo que estuvieron promocionando recientemente en la tele o comprar el normal.

A lo lejos veo una cabeza castaña, doy un respingo al pensar que es Theo, pero no, es su hermano Joseph, vaya que de lejos si se le parece, aparece junto con otra cabeza castaña, de cabello que le llega hasta los hombros, es Taylor, veo como Joseph me ve y se acerca repentinamente casi tirando unos cereales que estaban en un estante.

– ¡Johnny!, Buenos días señora –

– Buenos días – Le saluda mi mamá – ¿Cómo están tus papás? – Pregunta cariñosamente.

Sólo Una Oportunidad. [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora