El invierno y su suerte.

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El día que conocí a Dan Howell había una tormenta por todo el país.

El viento acababa con todo y prácticamente impedía caminar a cualquier ser vivo. La nieve cubría todo el asfalto, carreteras, todo. Yo me sentía congelado mientras caminaba a las once de la noche, esperando por alguien para llevarme, pero nadie salía de casa.

Camine por horas por la desierta autopista, no podía ver a más de 2 metros de distancia gracias a las lámparas de autopista y mi cuerpo se estaba ya inmovilizando. Frote mis manos para obtener calor pero sólo caía la nieve que había en ellas.

La razón por la que estaba ahí era por que mi madre estaba muy enferma, vivía a el otro lado de la ciudad (Muy lejos). Me había quedado con ella hasta que mi padre llego del trabajo y no me di cuenta de la hora y no asumí que nevaba tan intensamente. Mi padre no tenía un auto, y tampoco había espacio para que yo me quedara ahí.

Cada extremidad de mi cuerpo estaba temblando, no habría la boca ya que sentía morir cuando quería toser. Estaba un poco abrigado pero no ayudaba en nada el gorro de lana no llevar doble calcetines, tres sudaderas y dos pantalones de algodón.

Nací en invierno, y según mi abuela el frío no me afectaba tanto y más bien, me daba suerte, ojalá fuera cierto y no pudiera sentir la nieve entrar debajo de la suela de mis zapatos.

Entre tantos pensamientos de arrepentimiento por hacer las cosas mal tantas veces, sentí chocar con una persona.

-Vaya, disculpa.-Dije yo pero me arrepiento cuando sentí la gran bocanada de aire frío entrar a mis pulmones.

Busque a la persona parada frente a mi, escuche darse la vuelta y tuve que bajar un poco la mirada y la cabeza para encontrar a un joven chico inmovilizado, abrazando a sus hombros con todas sus fuerzas. El se veía mucho más descuidado que yo en el aspecto de las prendas de vestir.

-Dios mío, mírate.- Exclame quitando el gorro de lana de mi cabeza para dársela al chico.

-G-Gra-Gracias.

-No hay de que.. ¿A dónde vas? - Pregunto olvidando el hecho de que al quedarme ahí parado me moriría de frío y más abriendo la boca.

-Al centro... vivo allá, pero ya ... llego... si quieres ...acompañarme ...calentarte un rato.-Lo escuche decir, sus palabras a veces se esfumaban con el viento, por lo que al juntar las palabras que dijo, asumí que me quería dar refugio contra el frío.

-Claro, gracias.

Y así caminamos por casi 10 minutos más, sin decir una palabra. Cuando llegamos a casa del chico y el aire caliente toco mi piel, sonreí mucho, jamás me había sentido tan aliviado antes.

-¿Vas a quedarte ahí?-Me pregunto el chico sonriendo dulcemente.

-Se siente bien estar dentro.-Dije pero luego sentí que eso sonó algo extraño, el chico también lo noto y se echó a reír, al igual que yo.-Oh, eso no se escucho bien ¿Cierto?

-No... es decir, yo tengo la mente un poco retorcida.-Contesto tratando de evitar sonreír, haciendo una línea recta con sus labios.-Me llamo Dan, Dan Howell.

-Phil Lester, un gusto, y gracias por permitirme venir, me estaba congelando.

-Yo igual, gracias por el gorro.- dijo extendiendo su mano, me dio el gorro de lana y yo sonreí.

-No es nada.-Respondí mirando un poco el lugar, era cálido y tenía cosas coloridas por todas partes.- ¿Vives sólo?

-Si, trabajo y estudio, es un poco difícil limpiar aquí, lamentó el desorden.

-No te preocupes, yo también trabajo y estudio, pero vivo al otro lado de la ciudad.

Me tome un momento rápido para observar a Dan. Su nariz estaba roja por el frío, tenía ojos color marrón y muy profundos, tenía el cabello largo y con un fleco del lado contrario al mío, era muy bonito. Sus mejillas estaba enrojecidas pero el resto de su rostro era pálido en aquel momento.

Más adelante me contó que tenía sólo 18 años, pero ahorraba lo suficiente para pagar la renta con meses de adelanto.

-¿Tienes hambre? Creo que tengo algo de cereal por ahí.- Me cuestiono revisando su alacena rápidamente, tomó una caja de Crunchy Nuts, después un tazón y mire como calentaba la leche pues estaba fría.

-Gracias Danny.-Sonreí cuando comenzamos a cenar. El chico era tímido pero me gustaba su sonrisa, en especial oro que tenía dos pequeños lunares al costado de sus labios que junto con su hoyuelo parecía una cara triste.

-¿Qué? Uhm... ¿Tengo algo?- Me pregunto al tiempo que tomaba una servilleta a y la llevaba a su boca.

-No, no-Dije con tratando de no reír.- Sólo pienso que eres bonito.

-G-Gracias... no te voy a mentir, eres la primera persona que lo dice.

-¿Bromeas? Eres precioso.

Dan tomó mi tazón y el suyo, estaba claro que no debí haber dicho eso, el se veía un poco incómodo. Se puso de pie, se dio la vuelta y puso los platos en el lavabo.

-Lo siento...Yo- Yo no quise incomodarte.-Murmure juntando las manos debajo de la mesa, mientras que mis piernas temblaban.

-No, claro que no, yo... pienso que tu eres la persona más hermosa que yo he visto, así que- Dan se interrumpió cuando se dio la vuelta, sacudió su cabello y sonrió.- Es un poco tarde, ¿No tienes sueño?

-Un poco...

****
1 año después.
***
El día que conocí a Dan Howell había una tormenta por todo el país; Había sido tan intenso que la nieve no me permitió salir de la casa de Dan por casi 4 días, pero fue lo suficiente para conocerlo a él y para poder reírme por horas a su lado.

-Phiiiww

-¿Qué pasa bebé?

Me mude con Dan 4 meses después de esa noche de tormenta, la ubicación de su casa era más cercana a la casa de mis padres y a la universidad, y podía estar con mi novio el día entero si había una tormenta de nieve.

-¿Me das un abrazo?

Solté la pluma que estaba en mi mano, me puse fue pie y camine hasta el sillón donde estaba Dan, que se recargó en sus rodillas y abrazo mi pecho con fuerza, mientras yo rodee sus hombros.

-¿Qué más quieres que te, precioso? -Pregunte cuando el levanto la cabeza con
una traviesa mirada.

-Dame duro.

Me reí por aquello y deposite un largo beso en sus labios.

-Ahora no, Danny, tengo que hacer la tarea.

-Pretry please!

-No, Dan.- Volví a decirme para dar media vuelta y volver a la mesa con esos ejercicios que me estaba matando, pero Dan se montó en mis espalda, rodeando todo mi torso con sus piernas y abrazando mi pecho.

-¡Anda!

-Dios mío, Dan, más allá de que seas menor que yo y más pequeño, estas pesado, me romperás las espalda.

-¿Me estas llamando gorda?

-Tal vez.

-Te odio.- Murmuró él dando un leve golpecito en mi espalda, pero riendo a la vez.

Nací en invierno, y según mi abuela el frío no me afectaba tanto y más bien, me daba suerte pues conocí a Dan Howell en una tormenta.

Dan & Phil One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora