La Búsqueda de Nuestra Energía Elemental (Completa)

65.- LA ILUMINACIÓN

Investiguemos juntos y hagamos un poco de historia. La luz desde tiempos inmemorables a representado o simbolizado la disipación de las tinieblas con su luz, porque desde hace miles de años, la luz y su contrapartida, la oscuridad, han sido manejadas por las religiones como un elemento de carácter mítico-arquetípico. Desde la época de la prehistoria ha sido un arquetipo que nos mueve a encontrarla en todo sentido, ya sea exteriormente e interiormente, científicamente y religiosamente.

En las distintas religiones orientales el fin último de todas es encontrar la iluminación a través del camino de la meditación. Es así como que en el budismo es alcanzar el satori y la oscuridad se equipara a la ignorancia humana, pero de conciencia, denominado como avidva, haciendo entender que la humanidad vive en un error de base en la percepción del mundo.

De hecho, la ignorancia humana (u oscuridad) constituye la esencia de la segunda de las cuatro nobles verdades del budismo. La oscuridad está personificada por Mara, la maldad como esencia. Recordemos que Buda se crió en el seno del hinduismo, religión que al igual que el budismo, persigue la iluminación como fin último de sus practicantes. Otras religiones orientales, como el jainismo, persiguen asimismo la iluminación de sus fieles.

A partir del siglo I, a través de los padres de la iglesia, la luz se transforma en un elemento metafísico relacionado con la verdad infundida por dios. Buscando un único fin lograr ser uno con la divinidad. Las antorchas, velas, candelabros, lámparas están integradas en las ceremonias religiosas cristianas. En Grecia ardía constantemente una lámpara de oro en el Erecteon de la Acropolis. En Argos se enterraban bajo tierra lámparas encendidas para que alumbrara el camino de Persefone por los infiernos.

En las iglesias de muchas religiones comienza la ceremonia encendiendo las velas y lámparas. En el bautismo católico los padres llevan una vela que alumbra el camino hacia la luz. El día de difuntos, en muchas regiones, se tiene la costumbre de encender velas y lámparas de aceite. En los funerales ponen cuatro velas (o lámparas actualmente) alrededor del ataúd y se encienden velas a las imágenes religiosas (y en Sudamérica a las animitas) como una forma de solicitar sus favores o por rogativas por el descanso de sus almas.

Así mismo, la lámpara es el Símbolo del desarrollo de la civilización y la cultura humana a lo largo de los siglos. Algo interesante es que los carituristas muestren el surgimiento de una idea en un personaje colocando en el globo de los pensamientos una bombilla encendida.

Con esto podemos definir que la definición de iluminación es, que para nuestra mente asuma y adquiera el entendimiento.

Sin embargo, conviene diferenciar los dos conceptos distintos que cubre esta acepción. La iluminación intelectual. En este sentido, es esclarecimiento interior, Es poner en claro, llegar al fondo y dilucidar un asunto o una doctrina. La iluminación espiritual, es la experiencia de lo divino. Esta experiencia se manifiesta en paz, amor, felicidad o el sentido de unidad con el universo. Es un esclarecimiento interior.

Ahora en la tradición filosófica occidental, la iluminación se ve como una fase en la historia cultural marcada por una fe en la razón, generalmente acompañada por el rechazo a la fe manifestada en la religión institucional. En cambio en la filosofía oriental, el concepto también aparece en las religiones abrahamicas, como en la tradición de la cábala en el judaísmo, mismo que se adquiere al meditar sobre las características del árbol genealógico, en el misticismo cristiano. Tambien en la tradición sufi del islam, el budismo zen, entre otras. Como puedes ver la filosofía oriental es la madre de todas.

Ahora. Un buda, o alguien totalmente iluminado, es considerado como un ser sensible que ha desarrollado todas las cualidades positivas, y ha erradicado todas las negativas. Según la tradición Theravada, la iluminación total de un buda es posible para la mayoría, en concordancia con las tradiciones del Theravada, que afirman que todo ser humano tiene el potencial por lograr la total iluminación y la budeidad.