Hay una evidencia milenaria de como el sufrimiento ha estado desde los inicios de nuestra conciencia. Esa fue siempre la lógica que tuvieron los estudios de Jung, de cómo los humanos a través de las pinturas rupestres y petroglifos estampaban nuestra historia, de alguna manera nos dejaron en los dibujos lo que a diario deberían enfrentar. Era en cierta manera el lenguaje de la mente, sin dejar de lado la historia oral de muchas civilizaciones ya extintas. A medida del tiempo ya podemos tener una evidencia más real de lo que el hombre se cuestionaba y observaba a través de la escritura hasta nuestros días. Es así que si analizamos desde los inicios de nuestra historia, siempre el fenómeno del sufrimiento nos ha acompañado hasta ahora.
Aún siendo el sufrimiento un fenómeno universal en la naturaleza de los seres vivos con la finalidad de promover su evolución, sin embargo, en el mundo de la humanidad, existe un sufrimiento diferente, uno que es más enfermizo. El hombre no sufre solamente para promover su evolución natural, sufre también -sobre todo- porque existe en él algo que no debía existir, algo creado por el libre albedrío, que puede producir fenómenos, que puede también producir fenómenos negativos.
En la humanidad actual prevalecen los fenómenos negativos. No vivimos en una humanidad definitiva e ideal, vivimos aún en una humanidad provisional e imperfecta. Es por eso que desde los inicios de nuestra historia, ha buscado incansablemente terminar con el sufrimiento, siendo que este puede verse como un proceso que ayuda a buscar caminos para encontrar la totalidad y el centro de todo, pero NO identificándose con el sufrimiento, sino mas bien, debe ver este proceso como un simple espectador, y no como parte de él.
Los grandes videntes del pasado han hablado y escrito sobre esta humanidad negativa, que dio origen al sufrimiento que nos hace identificarnos con él.
Cerca de seis siglos antes de la era cristiana un famoso príncipe hindú, Siddartha Gautama (más conocido por el nombre iniciático de Buda), resumió ese fenómeno negativo en las llamadas "cuatro verdades nobles". Esas verdades dicen lo siguiente:
1 – La vida del hombre es esencialmente sufrimiento,
2 – La causa de ese sufrimiento es la ilusión tradicional en la que el hombre vive, identificándose con su ego periférico (Aham)
3 – La abolición de ese sufrimiento enfermizo está en el conocimiento de la verdad sobre su Yo central (Atman),
4 – El método para pasar de la ilusión del ego a la verdad del Yo es la meditación para eliminar la identificación.
Cerca de mil años antes de Buda, más o menos en 1500 antes de Cristo, un gran vidente hebreo-egipcio, Moisés, escribió las primeras palabras del Génesis sobre el origen y el motivo del sufrimiento humano. Según Moisés el cuerpo del hombre perfecto seria inmortal y no sujeto a enfermedades. Pero ese hombre perfecto no existía aún, a no ser esporádicamente. El grueso de la humanidad actual representa todavía a la vieja humanidad, llena de males y sujeta a la muerte. ¿Por qué no apareció la humanidad perfecta?
Moisés se sirve de una parábola intuitiva para indicar la causa de ese fenómeno. Esa parábola intuitiva, sin embargo, cuando es analizada intelectualmente por nosotros, no nos queda clara. Cuando los exotéricos (Eruditos que solo daba lecciones a un grupo selecto de personas) profanos interpretan la visión esotérica de un iniciado, mucho se queda oscuro.
Moisés habla simbólicamente del "soplo de Dios" y de "la voz de la serpiente" para designar las dos potencias que rigen a todo hombre, el espíritu y la inteligencia. El hombre proyectado por el espíritu del soplo de Dios seria un hombre perfecto, el Atman de Buda y de la filosofía oriental, el Ish del Talmud judío.
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La Búsqueda de Nuestra Energía Elemental (Completa)
EspiritualCada vez que me levanto en la mañana, tengo una sensación de que nada me hace sentir bien. Cada día que pasa siento algo en mi interior que está encerrada(o) en si misma(o), en un cuerpo que tampoco siento que me pertenece, que no es mío. Cada vez m...