Capítulo 8

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Ni la película, ni el paseo por el centro comercial, ni mucho menos el helado de chocolate que acababa de tomar habían ayudado a que dejara de preocuparse y pensar en el asunto de la bruja y él. Jake tampoco estaba siendo de gran ayuda, ya había intentado sacar el tema de los dolores más de dos veces en las últimas horas, pero tanto Lev como An lo habían cortado. Por lo visto, ella también parecía querer olvidar ese extraño detalle que los involucraba.

—¿Y ahora qué? —preguntó Jake, que aún no había terminado su helado de fresa y vainilla—. ¿Quieren ir a alguna otra parte?

—Sí, yo quiero volver a mi cama —dijo Lev, que estaba recostado en la silla y cruzado de brazos. Jamás sufría problemas de insomnio, y no lo estaba llevando muy bien que digamos.

—No te pregunté a ti —dijo su amigo—, sino a ellas.

—Yo creo que por hoy ya fue suficiente, además An debería descansar, no creo que sus costillas estén muy bien —comentó Gwen.

—Mis costillas están estupendas —aseguró An, cosa que Lev no creyó del todo. Era obvio que ella no parecía darle importancia, pero él la había visto hacer una mueca de dolor cuando una niña chocó contra su cuerpo, justo del lado donde estaba golpeada—. Así que por mí podemos ir a donde quieran.

Lev vio que eso fue suficiente para Jake, quien esbozó una amplia sonrisa. 

—Genial, porque podríamos ir a una fiesta —sugirió para sorpresa de Lev.

—¿Una fiesta? ¿Qué fiesta?

Jake lo miró como si acabara de preguntar una completa burrada. 

—La fiesta en casa de Natalie —dijo con obviedad. Lev frunció el ceño, y Jake resopló—. Natalie, nuestra compañera, la rubia, amiga de la pesada de Meghan... —comenzó a decir hasta que Lev hizo un asentimiento.

—Ya sé quién es, pero no entiendo por qué tendríamos que ir nosotros a una fiesta organizada por ella. Además ni estamos invitados...

—¿Así que la chica que da la fiesta es amiga de Meghan? —preguntó An con mucho interés.

—Así es —le respondió Jake, y acto seguido sus ojos azules se clavaron en Lev—, y claro que estamos invitados. En serio deberías hacerte revisar, parece que tienes Alzheimer —protestó—. Natalie te invitó ayer en la tarde, justo después de que ganáramos el juego, pero ahora veo que de verdad no le prestaste atención.

Lev intentó hacer memoria, en efecto, recordaba que Natalie se le había acercado y estaba diciéndole varias cosas, pero en ese momento su mente estaba perdida en la mujer que había visto y en su mirada maternal, por lo que no le prestó atención. Además de que cada vez que Natalie se le acercaba era siempre con la intención de coquetearle, y como él no estaba para nada interesado siempre hacía oídos sordos y contestaba con monosílabos hasta que ella se cansaba y se iba. 

—Como sea, entonces yo sí estoy invitado pero ustedes no, por tanto, no podemos ir. Y ya termina con eso y vámonos —dijo, apuntando al helado de Jake, era el único que aún no terminaba—. Y una cosa, yo no tengo Alzheimer, solo recuerdo cosas importantes.

—¡Claro que podemos ir! —replicó Jake, tras tragarse lo que le quedaba de helado—. Luego de que la dejaras prácticamente hablando sola, Natalie me dijo a mí y a los demás que también estábamos invitados, y que podíamos llevar a alguien si queríamos.

An se puso en pie. 

—Perfecto, vámonos entonces —dijo muy animada, demasiado animada según lo que le pareció a Lev, y eso no le dio muy buena espina.

Alianza de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora