A medida que su caballo avanzaba por la pedregosa calle que conducía directo hacia el castillo, los deseos del joven príncipe de llegar y sumergirse en una tina de agua caliente para luego irse a la cama iban en aumento. Estaba agotado. Una semana atrás, él y su grupo de amigos habían abandonado la ciudad para adentrarse en los bosques de los alrededores, donde varios habitantes de Tzaikhar decían haber visto un unicornio negro. Él jamás había visto uno en persona, y todo lo que sabía acerca de ellos era gracias al maestro Caiden. Se decía que esos animales tenían el don de invisibilización, de allí que nadie sabía con precisión las zonas que habitaban, o su comportamiento y dieta, pero una cosa era segura; si uno de ellos se dejaba ver era un mal presagio. Si una sola persona veía al animal en varias oportunidades significaba que algo malo le ocurriría solo a ese individuo, en cambio, si eran muchos los que lo veían en una misma zona significaba que toda la gente de esa región se vería afectada de alguna u otra forma; tal vez una mala cosecha, alguna peste, un cambio climático que arrasara con todo... Cualquier cosa era posible.
También se decía que si lograban matar a dicho animal podrían librarse del mal que estuviera a punto de ocurrir. Por eso él había decidido darle caza a aquel unicornio, sin embargo, la semana que estuvieron vagando por el bosque no sirvió de nada. No había encontrado ni rastros del animal, y de no ser porque uno de sus amigos estaba en el grupo de personas que lo habían visto, habría dado por hecho que toda esa gente estaba mintiendo. No se sentía para nada contento por tener que renunciar a la búsqueda con tanta facilidad, pero tampoco era tan cabeza dura como para perseguir un animal que andaba la mayor parte de su vida siendo invisible y que ni siquiera dejaba rastros.
En cuanto cruzó la plaza mayor, en cuyo centro se alzaba una inmensa estatua de piedra que imitaba la forma de un dragón con sus alas extendidas y las fauces abiertas, el príncipe se vio obligado a detener a su caballo. Sus acompañantes lo imitaron al tiempo que levantaban la mirada hacia arriba como él. El cielo, segundos antes de un azul apagado y casi grisáceo, había comenzado a teñirse de un negro tan profundo que pronto todo a su alrededor perdió color y forma. Aunque mirase en las direcciones donde sabía que estaban sus compañeros, no podía verlos. Solo oía sus murmullos sumados a los de la poca gente que circulaba por aquella calle. Su caballo, así como los otros, había comenzado a relinchar y encabritarse, así que tuvo que inclinarse para murmurarle junto al oído frases tranquilizadoras mientras que le acariciaba el cuello.
Aquello consiguió que el animal no lo tirara de su lomo como le había parecido escuchar que le ocurría a uno de sus amigos. Por fortuna, y antes de que su caballo volviera a inquietarse, la negrura del cielo comenzó a disiparse para dar paso a la antigua claridad.
—Por todos los malditos dioses, ¿qué fue eso? —preguntó Drazen, un joven alto y robusto de cabellos dorados que iba a su izquierda.
—¿Creen que tenga que ver con el bicho raro ese? —inquirió Harvey a su derecha, todavía con los oscuros ojos clavados en el cielo.
Él conocía la respuesta a la perfección, pero no contestó. Espoleó a su caballo y lo puso al galope. Tenía que llegar al castillo lo antes posible, y como ya se encontraba bastante cerca solo le tomó unos diez minutos conseguirlo. Desmontó a toda prisa antes de cruzar la entrada y le aventó las riendas de su caballo a uno de los guardias apostados allí. Cruzó el patio interior a grandes zancadas y se adentró en el edificio, en dirección a la sala del trono, donde suponía que estaría su madre.
En el pasillo que conducía a la sala vio a uno de los sirvientes, así que decidió detenerlo y preguntarle si su madre se encontraba allí.
—Su majestad se encuentra en la sala de reuniones, mi señor. La señorita Deirdre y el comandante Duncan están con ella —le informó el joven, hizo ademán de que iba a agregar algo más, pero el príncipe se dio la vuelta y echó a andar sin prestarle atención.
![](https://img.wattpad.com/cover/92542260-288-k802201.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Alianza de sangre
FantasyDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...