Tras desayunar y despedirse de Leyre, los cuatro abandonaron su cabaña y emprendieron el camino de regreso al portal, tal como se lo habían prometido. Antes de marcharse, ella les había aconsejado ir por entre los árboles, donde estarían más cubiertos, y no por el sendero, en caso de que se cruzaran con los soldados de Muirgheal, que seguramente estarían patrullando por ahí.
Más de cinco metros los separaban del sendero, y cada vez que lo perdían de vista Lev se acercaba para verificar que estuvieran yendo en la dirección correcta. Iban en fila, con Lev al frente y ella en la retaguardia, mirando sobre su hombro cada cinco minutos para asegurarse de que nadie los seguía. También iba muy atenta a lo que sucedía a su alrededor, por si lograba ver a su gato en alguna parte. Pese a que Jake tenía la certeza de que Mau había sido devorado por un ogro, ella se negaba a creer eso. Aún tenía la esperanza de hallarlo antes de llegar al portal.
—Lev —llamó Jake, rompiendo por fin el silencio en el que iban sumidos desde que dejaron la cabaña—. Aún no me has explicado qué es un guardián.
—Los guardianes de Anraicht eran felinos de distintas clases, de un tamaño enorme, así como la pantera que vimos ayer —contestó Lev—. Son seres inmortales, si los hieren se regeneran al instante, y también son inmunes a cualquier tipo de magia. Se dice que fueron la primer creación de los dioses, hechos para proteger a todo aquel que lo necesitara, y guiar a todo el que se perdiera, bueno, en realidad no a todos —se corrigió—. Solo a aquellos que fueran personas de bien, los asesinos y violadores que elegían los bosques para ocultarse acababan siendo devorados por ellos.
—¿Y cómo sabían si alguien era un asesino? —preguntó Gwen.
—Fueron hechos para eso, para detectar la maldad en cada ser e intentar acabar con ella. Aunque eso es imposible, claro está, el bien y el mal se complementan, no existe uno sin el otro... —Lev hizo una pausa—. Pero bueno, es sabido que los dioses querían un mundo prácticamente perfecto, donde solo hubiera paz y felicidad. Por fortuna no lo consiguieron.
—¿Por fortuna? —preguntó su hermana, sorprendida—. Yo creo que sería muy bonito un mundo así.
—Ay, por favor, no —comentó An con una mueca de desagrado—. Yo no aguantaría nada en un lugar así, ¿te imaginas que todo el mundo sea demasiado amable, y que no hubiera nadie tan idiota y desagradable como para poder partirle la cara? Me suicidaría en menos de veinticuatro horas...
Jake soltó una risita.
—Bueno, quizá sí sería muy aburrido después de un tiempo —acabó por decir Gwen, y el silencio volvió a apoderarse de ellos por un minuto o dos, hasta que ella habló nuevamente—: Los guardianes esos... ¿Devoraban a todos los asesinos que encontraban?¿No hacían excepciones? —preguntó con mucho interés. An, caminando detrás de ella, la miró con el ceño fruncido. Conocía bien a la enana, lo suficiente como para darse cuenta de que además de interés, también había una nota de preocupación en su voz. Y no tuvo que pensar mucho para saber el motivo de ello...
Lev tardó unos segundos en responder.
—No, creo que no.
Jake, que iba delante de Gwen, se dio la vuelta para poder verla y siguió caminando de espaldas.
—¿Por qué lo preguntas? ¿Mataste a alguien y te preocupa que el guardián que vimos venga a comerte? —dijo en tono de broma, dedicándole una gran sonrisa justo antes de tropezar con una raíz y casi acabar en el suelo.
Gwen rió con naturalidad y sacudió la cabeza de un lado a otro.
—Solo me da curiosidad saber cómo eran esos guardianes.
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Alianza de sangre
FantasyDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...