El sonido endemoniado de una alarma la arrancó de su plácido sueño. Aún adormilada, alargó la mano hacia la mesa de luz para tomar su teléfono, fue entonces que recordó que ella jamás ponía la alarma. A menos que hubiera algún evento importante, y no recordaba que ese día fuera especial, además, el sonido de esa alarma tampoco le resultaba familiar.
Sintió el colchón moverse a su lado, y luego el sonido cesó.
—¿Por qué pones la alarma un domingo? ¿Qué te pasa? —le preguntó a Lev, recordando que se había quedado a dormir ahí. Y a pedido suyo. Ni más ni menos. Sin dudas, los cambios hormonales durante esos días podían ser muy peligrosos.
—Buen día, bruja, ¿cómo has dormido? Yo bien, gracias —ironizó, incorporándose en la cama al tiempo que se frotaba los ojos con una mano—. Y no es domingo, es lunes. Tenemos que ir a la escuela.
—Mierda...
—¿No pones la alarma para estos días?
An sacudió la cabeza, y se incorporó sin ganas. Miró a Mau, que dormía profundamente en medio de los dos, y por un momento deseó poder cambiar de lugar con él.
—La mayoría de las veces me funciona el reloj biológico, y cuando no...
La puerta de su habitación se abrió de repente.
—¡An, ya es hora! ¡Despierta! Vam... —Gwen enmudeció al ver a Lev ahí en su cama.
—Como te decía, cuando no me funciona el reloj biológico la tengo a ella —dijo An.
—Hola, enana tramposa —saludó Lev.
Gwen le devolvió el saludo con una sonrisa, les dijo que se apresuraran y luego se fue tan rápido como había llegado.
—¿Puedo usar tu baño? —Lev hizo a un lado la sábana y el edredón, se sentó al borde de la cama y comenzó a ponerse las zapatillas.
—Adelante, así puedo quedarme más tiempo aquí —contestó ella. Apoyó la cabeza contra la pared y se tapó con el edredón hasta el cuello.
Antes de que Lev fuera al baño, la puerta de la habitación volvió a abrirse. Solo que esta vez no se trataba de Gwen.
—Buen día, cariño, hoy no podré ir a hacer las compras, ¿podrían ir tú y tu hermana al salir de la escuela? Dejé la lista en...
Sara, que hasta el momento tenía los ojos clavados a la pantalla de su teléfono y parecía estar escribiendo, levantó la vista y su expresión se endureció de un segundo a otro.
—Hola, señora Sara... —musitó Lev, al mismo tiempo que An suspiraba, deseando que todo aquello fuera una simple pesadilla.
—¿Tus padres saben que estás aquí? —inquirió Sara, ignorando el saludo de Lev.
Él se puso de pie, y negó levemente con la cabeza.
—No, de todos modos ya me iba... —contestó con tono de evidente incomodidad, tomando su teléfono y la chaqueta.
—Sí, ya deberías irte —repitió Sara con frialdad. Se hizo a un lado para que pudiera salir y le dio una mirada disgustada.
"Lo siento por eso", le dijo a Lev cuando lo vio abandonar la habitación.
"No te preocupes, bruja. Hablamos más tarde, y espero que no te castiguen."
Ella esperaba lo mismo, aunque sabía que eso sería como desear que lloviera chocolate. Miró a Sara en silencio, ya que sabía que nada de lo que dijera sería de ayuda.
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Alianza de sangre
FantasíaDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...