Capítulo 32

2K 301 105
                                    

Todo lo que Lev deseaba era llegar a casa y encerrarse en su dormitorio hasta que fuera el momento de ver a la bruja, pero ni bien cruzó el umbral de la puerta se encontró a su madre bajando las escaleras. Intentó poner buena cara, no obstante, al ver la mirada de preocupación que ella le estaba dando, se dio cuenta de que ya era tarde para fingir.

—Discutí con Jake, y no, no quiero hablar del tema —dijo antes de que su madre consiguiera formular alguna pregunta.

La reacción de Clarisse fue justo como él se había imaginado que sería. Ella lo miró con desconcierto, despegó los labios y entonces volvió a cerrarlos ante su mirada de advertencia. De verdad no se sentía de ánimos para hablar.

—Bien, no haré preguntas —asintió ella—, pero cualquiera sea el motivo por el que hayan discutido, seguro que lo solucionarán pronto —dijo en un vano intento por animarlo mientras le pellizcaba una mejilla.

Lev asintió aunque no estaba de acuerdo, tomó la mano de su madre para apartarla de su mejilla y le dio un suave apretón antes de soltarla.

—Estaré arriba si me necesitan...

—Ah, no, antes de que vayas a tu habitación tu padre y yo queremos hablar contigo.

—¿De qué?

Su madre no contestó, solo lo tomó del hombro y lo hizo ir con ella hasta la sala, donde se encontraba su padre. Al oírlos, William cerró el libro que estaba leyendo y lo dejó sobre su regazo para fijar su atención sobre él.

—No es cierto, yo no tengo nada que hablar contigo. Esa charla ya la tuvimos hace cuatro años, y...

—Y nunca está demás repetir las cosas, sobre todo a los adolescentes —lo interrumpió Clarisse.

—A otros adolescentes tal vez, pero nuestro hijo no es ningún tonto —aseveró William—. Yo confío en él. Y tú también deberías hacerlo, amor. No sé por qué te preocupas tanto.

—¿Puedo saber de qué están hablando? —cuestionó Lev—. ¿Qué es eso que te preocupa, mamá?

—Confío en él —aclaró ella, dirigiendo toda su atención a William—. Y me preocupo lo necesario, como toda madre, y estoy en mi derecho de hacerlo, sobre todo teniendo en cuenta que no nos ha dicho nada —continuó diciéndole a su padre, sin prestarle atención a él.

Lev lo intentó una vez más, esta vez aclarándose la garganta, porque sabía que su madre no oía bien mientras intentaba imponer sus razones por sobre las de su padre.

—¿Qué se supone que debería haberles dicho?

Clarisse volteó el rostro hacia él, y abrió la boca, pero fue William quien comenzó a hablar antes.

—Tu madre se encontró a la señora Foster esta mañana, y ella le dijo que ayer te vio besando a una de las hijas de los vecinos nuevos —explicó él con parsimonia. Al oírlo, a Lev se le acumuló la sangre en las mejillas. Su padre sonrió—. Bueno, parece que es cierto, ¿quién lo diría? Uno de sus chismes al fin es real.

—No, no es cierto, no fue ayer, fue el jueves —aclaró Lev. No estaba en sus planes hablar sobre An con sus padres, al menos no aún, pero teniendo en cuenta que ya lo habían descubierto, no le quedaba de otra que aceptarlo. No iba a mentirles.

Una gran sonrisa iluminó el rostro de su madre a la vez que sus manos volvían a atacarle las mejillas.

—¡Te dije que le gustabas! ¿O no te lo dije? —exclamó emocionada mientras que Lev arrugaba la nariz y sacudía la cabeza para que lo soltara—. ¿Y cuándo pensabas decirnos que tenías novia? ¿A ti te parece bien que yo tenga que enterarme de estas cosas por medio de la vecina? —reprochó de pronto, liberando sus mejillas y dedicándole una mirada indignada.

Alianza de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora