Cuando se levantó, mucho antes de que sonara la alarma de su teléfono, lo primero que se le pasó por la mente fue que tenía que contarle a Jake lo que había soñado en cuanto tuviera la oportunidad. Su mejor amigo estaba al tanto de todas las cosas raras que venía viendo desde hacía días, y ese, sin dudas, no era un sueño normal. Por desgracia, para hablar con él iba a tener que esperar bastante, todavía faltaban más de dos horas para que sonara la alarma y tuviera que levantarse para ir a la escuela.
Intentó volver a dormir, pero no lo logró y al final acabó enfrascado en sus pensamientos una vez más. Sin saber el porqué, no podía dejar de pensar en el muchacho de cabello oscuro, al que ni siquiera había conseguido verle bien el rostro. Le generaba una gran curiosidad, y, a la vez, algo similar al odio. ¿Cómo podía odiar a alguien que seguramente no existía más que en su sueño?
La alarma sonó a su izquierda, y Lev tuvo que levantarse. Se dio una ducha rápida, se vistió, tomó su mochila y salió a esperar a Jake, quien al llegar no tardó en recordarle lo mal que se veía esa mañana, cosa que él mismo había notado al verse al espejo mientras se cepillaba los dientes; tenía unas manchas oscuras bajo los ojos y su mirada denotaba tanto cansancio físico como mental. Cuando llegaron al otro lado de la calle y vio a la bruja salir de su casa caminando con desgana, bostezando, con más ojeras que él y toda la pinta de haber dormido igual de mal o peor, comenzó a preguntarse qué podría haber causado su insomnio. Aunque tenía una vaga idea...
—¿Tú también con problemas para dormir? —le preguntó su mejor amigo al llegar junto al auto.
—Tiene pesadillas —respondió Gwen, quien había salido casi trotando detrás de An. De los cuatro, ella era la única que parecía realmente despierta y llena de energía. Su hermana le dio una mirada de reproche, como si no hubiera querido que contara que sufría de pesadillas, pero a Gwen no pareció importarle y agregó—: Hoy iré detrás, Lev puede ir en el asiento del copiloto si quiere.
—¿Qué? —preguntaron Lev y An al mismo tiempo. No le hacía mucha gracia ir delante, si la bruja se pasaba un semáforo en rojo otra vez y un vehículo la embestía, el mayor impacto se lo llevaría la parte delantera, y él apreciaba demasiado su vida. Y en caso de no morirse, tampoco le apetecía pasarse una temporada en un hospital.
Gwen levantó un brazo y Lev se fijó en una carpeta de color rosa claro que llevaba con ella.
—Jake quiere ver mis dibujos —explicó, abriendo la puerta del asiento trasero.
—¿Y no puedes darle la carpeta y que...? Ah, olvídalo —murmuró An, y subió al auto.
Mientras Gwen y Jake subían a la parte trasera, Lev se debatió entre subir con ellos y sentirse más seguro, ya que había suficiente espacio para los tres, o entre ir delante y no estorbar. Antes de que pudiera tomar una decisión, la ventanilla del copiloto bajó y apareció el rostro de la bruja.
—¿Vas a subir o estás esperando que baje y te abra la puerta, princesa? —dijo antes de volver a acomodarse en su asiento.
Con cara de pocos amigos, Lev abrió la puerta y subió. Una hora más tarde, ya estando en clases, aprovechó para tomar una pequeña venganza por aquel comentario. Tomó un pedazo de papel y, con una letra bastante bonita y prolija, escribió: "Deja de dormir y presta atención a la clase". Lo dobló varias veces y entonces se lo aventó a la bruja, que tenía la cabeza apoyada sobre los brazos contra el pupitre y mantenía los ojos cerrados, que se abrieron de inmediato cuando el papel le golpeó la frente.
Lev fijó la vista al frente, aparentando que estaba muy concentrado en la explicación de la profesora Perkins, aunque en realidad no había oído nada de todo lo que la mujer dijo desde que comenzó su clase. No tardó en sentir la mirada de la bruja sobre él, y segundos más tarde un papel aterrizó en su cuaderno, en medio de sus brazos.
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Alianza de sangre
FantasyDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...