Capítulo 34

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Tras casi una hora de seguir a Mau, Lev y Jake llegaron al portal que habían usado la primera vez. Se había visto en la necesidad de robarse al animal, y esperaba que An no se molestara al no encontrar a su gato por ninguna parte. Aunque no podía decir que había sido un robo como tal, solo había llamado a Mau, y él se presentó en su casa a los pocos minutos. Y cuando le preguntó si podía guiarlos al portal, Mau respondió con un maullido, mostrándose de acuerdo.

Durante el camino, Lev había ido marcando los árboles con una pequeña cruz, de ese modo no necesitarían a Mau la siguiente vez.

Lev se acercó a uno de los árboles del portal, sacó del bolsillo la pequeña navaja que había llevado, y se dispuso a hacer un corte en su dedo índice.

—¡Espera! —pidió Jake, acercándose a él—. ¿Me dejas intentarlo?

—¿Qué cosa? ¿Abrir el portal? —preguntó, y su amigo asintió con entusiasmo—. Pero si lo abres tú no vamos a salir en el mismo lugar, ya te lo expliqué. Podríamos aparecer en cualquier lado.

—¡Por eso! Me da curiosidad saber en qué sitio podríamos aparecer.

—Podría ser peligroso...

—Tenemos a Mau, estaremos bien —lo interrumpió Jake, y se inclinó para tomar al animal entre sus brazos—. Dile que sí nos vas a cuidar —le murmuró al gato, y para su mala suerte, Mau emitió un maullido, provocando una gran sonrisa en el rostro de Jake.

—Bien —dijo Lev con resignación, y le pasó la navaja—, pero sea cual sea el sitio no nos quedaremos mucho tiempo. Quiero hablar con Leyre lo antes posible.

Jake asintió, dejó a Mau en el suelo otra vez, y cerró los ojos mientras apoyaba la hoja de la navaja sobre su pulgar. Hizo una pequeña mueca de dolor cuando se cortó, y entonces corrió a dejar su sangre sobre las cortezas de los árboles. Mientras esperaban a que las ramas que brotaban de ambos troncos terminaran de entrelazarse unas con otras, Jake le devolvió la navaja.

—Tú vas primero —dijo el rubio, apuntando hacia el portal.

—Tú eres el que tenía curiosidad por saber dónde nos dejaría el portal con tu sangre, ¿por qué tengo que ir yo primero?

—Porque, ¿qué tal si aparecemos en medio de criaturas raras que quieren comernos? A mí me matarían en dos segundos, tú aguantarías un poco más hasta que Mau te salve —contestó, y al mencionar al guardián abrió los ojos como si se le acabara de ocurrir algo. Miró hacia abajo muy sonriente—. Mejor tú primero, cosa.

—¿Ya no temes que te coma por llamarlo cosa?

—Él sabe que es de cariño, ¿verdad que sí? ¿Quién es una cosita preciosamente temible? —le dijo a Mau, haciéndole caras como si estuviera hablándole a un bebé.

A pesar de que su ánimo estaba por debajo del suelo, Lev se permitió soltar una pequeña carcajada al ver la mirada de indiferencia que Mau le dedicó a Jake antes de cruzar el portal. Lev avanzó un paso, decidido a seguir al guardián, pero su amigo lo retuvo.

—Dale unos minutos, por si hay algo ahí...

—No podemos esperar, si no cruzamos se va a cerrar, Mau está ahí, y si pierdo a ese gato An va a tener más razones para odiarme —explicó Lev, soltándose del agarre de Jake—. Y no quiero más odio, ya tengo de sobra.

—Hubieras pensado en eso antes de hacerle creer aquello tan feo —soltó su mejor amigo. Lev se detuvo y volteó a verlo sin poder creer que en serio había dicho eso. Ya le había explicado sus razones para hacerlo—. Entiendo que no querías arruinarle la imagen que tiene de su madre, pero creo que lo mejor habría sido decírselo, así no le rompías el corazón como lo hiciste —siguió diciendo Jake—. Eso fue cruel, y estúpido, sí, me oíste bien, muy estúpido. ¿Quién en su sano juicio le rompe el corazón a la mujer que ama y que además es una asesina a sangre fría?

Alianza de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora