La mujer se detuvo justo en la entrada trasera a la sala del trono. Desde su lugar, An alcanzaba a ver una pequeñísima parte del salón, parecía muy bien iluminado, y se escuchaban unos murmullos, como si hubiera más de una persona. Tras ordenarle a los guerreros que los mantenían apresados que se quedaran allí, la mujer ingresó en la sala.
An miró de reojo a Lev, y le sorprendió ver que el pequeño corte en su pómulo izquierdo seguía sin cerrarse, habían pasado más de diez minutos desde que se lo habían hecho durante la pelea, ya tendría que haber desaparecido.
"Tu mejilla sigue sin curarse", le señaló.
"Lo sé, tampoco siento que la herida en mi espalda esté sanando. Y sigo sin poder usar mi magia, bruja, lo siento, de verdad lo siento, pero no puedo por mucho que lo intente. No sé qué sucede".
Ella seguía sin comprender cómo funcionaba la magia de Lev, pero sabía que si decía que no podía usarla estaba siendo sincero. Cualquiera que fuese la causa, no era culpa suya.
"No te preocupes. Todavía tenemos a Kier, eso nos sacará de este lugar", respondió An, tanto para intentar tranquilizarlo a él, que parecía mortificado por no poder hacer uso de su magia, como para tranquilizarse a ella misma.
No podía creer que les estuviera pasando eso. Todavía no podía quitarse aquel olor a muerto de la nariz, tenía el cuello de la camisa y la chaqueta empapadas de la sangre que brotaba de un corte cerca de su clavícula, y otro corte más pequeño en el antebrazo. Jake también estaba herido, y el corte en su muslo era más grande y profundo que las heridas de ella y Lev. Por fortuna, su madre le había rogado a la mujer para que le permitiera vendarlo antes de que siguiera perdiendo más sangre.
Cuando saliera de allí, se encargaría de matar a la zorra invocadora de muertos, le arrancaría esos ojos diabólicos con sus propias manos. «¡Maldita perra endemoniada! ¡Malditos muertos de mierda!», pensó, y como si la llamara con el pensamiento, la mujer regresó y les hizo un gesto con la cabeza a los guardias para que la siguieran.
A medida que avanzaban, An comprobó con cierto alivio que la enorme sala de techo abovedado seguía igual a como la recordaba, desde las amplias ventanas a ambos lados hasta el estrado y el trono de piedra, cuyo respaldo había sido tallado para simular ser el torso y la cabeza de un dragón con las alas a medio desplegar. Sin embargo, cuando la hicieron detenerse de cara al trono y vio a quien se sentaba en él, An sintió que su estómago se llenaba de piedras, y el pulso se le disparó. Pensó en las palabras de la mujer momentos atrás, el "eres igual a ella". Ahora sabía a lo que se refería. Muirgheal tenía ojos almendrados de un color gris oscuro, cabello negro y casi lacio, y sus rasgos eran muy similares a los de su madre con excepción de la nariz, la suya era más fina, más respingada.
Siempre le había gustado cuando le decían que se parecía a su madre, pero ahora veía que su madre era muy parecida a su hermana mayor, de modo que ahora no se parecía solo a su madre, sino también a esa loca mata bebés. De hecho, tuvo la impresión de que se parecía más a ella que a su propia madre, ya que Arleth tenía los ojos de un tono azul grisáceo, mientras que los suyos eran del mismo tono gris que los de Muirgheal.
Ella se puso en pie y avanzó en su dirección. Mientras se acercaba, su mirada la recorrió de los pies a la cabeza hasta detenerse en su rostro. Si An se sintió incómoda al notar el parecido que tenía con aquella mujer, la inquietó aun más el modo tan extraño en la que la miraba. Había esperado encontrarse con unos ojos que irradiaran odio o cualquier otra cosa similar, pero en su lugar había un brillo de alegría y fascinación que la dejaron desconcertada.
—Así que tú eres Anayra, bonito nombre —dijo antes de voltear a ver a Arleth, de pie a su derecha—. Es hermosa... Los genes de nuestra familia son fuertes, no cabe duda, aunque es alta, muy alta, eso debió heredarlo de su padre, ¿cómo era él? —preguntó, y a An le pareció captar cierta burla en su mirada y tono de voz. Su madre cerró los ojos y negó con la cabeza—. ¿Entonces no vas a hablar sobre él? Está bien, ¿a ti te ha hablado de él alguna vez?
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Alianza de sangre
FantasíaDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...