Capítulo 19

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Leyre bajó minutos después de que el hombre desconocido se marchara. Aunque en realidad no era tan desconocido, Lev y los demás lo habían oído todo, y él estaba seguro de que se trataba de su hermano mayor. Solo necesitaba que Leyre se lo confirmara.

—¿Ese era Kier? —interrogó An, quitándole la pregunta de la boca. Se la veía molesta, para variar—. ¿Y qué es eso que dijo? ¿Cómo que acabaremos muertos si nos quedamos aquí?

—Calma —dijo Leyre en tono tranquilizador, con las manos en alto—, una cosa a la vez. Y sí, ese era Kier...

—¡Voy a matar a ese pedazo de mierda! ¡Se nota que se ha vuelto más idiota con los años! ¡Y encima se atrevió a amenazarte!

—Hey, que es mi hermano y tu primo —intervino Lev, poniéndose en pie—. Y ¿en serio? ¡Tú también la amenazaste anoche!

An giró a verlo con su expresión de seriedad intacta, ni el más mínimo arrepentimiento se reflejó en sus ojos. 

—Sí, pero yo lo hice para que nos diera información sobre tu madre y la mía. ¡Él lo hizo porque quería información sobre nosotros! ¡Y nada más y nada menos que para matarnos! No es lo mismo. No lo defiendas.

—Debe haber una explicación, y prefiero oírla en vez de sacar conjeturas antes de tiempo —dijo, también sintiéndose molesto. No quería pensar lo peor de Kier a la primera, aunque le era difícil no hacerlo luego de haber oído todo aquello, luego de volver a sentir parte de ese odio que había experimentado hacia él aquel día que los abandonó en el bosque.

La bruja resopló, furiosa, al tiempo que se cruzaba de brazos, pero no dijo nada.

—Bien, iré a traerles algo para que coman, hablaremos aquí abajo, no es seguro que suban, pero solo les contaré todo si prometen irse luego —dijo Leyre, muy decidida—. No pueden quedarse aquí, y ya oyeron por qué, así que prometan que se irán.

—Bien, te lo prometemos —soltó An sin rodeos, cosa que a él le extrañó muchísimo—. Ahora empieza a hablar, ¿quieres?

Leyre la miró con recelo. 

—No te ofendas, pero no pareces alguien de confianza —le dijo, y entonces giró el rostro hacia él, mirándolo con expectación.

—Ah, no te preocupes, no me ofendes. De hecho, es lo más inteligente que has dicho desde que llegamos aquí —replicó An con una sonrisa cínica antes de verlo a él—. Anda, niño bueno, dile que nos iremos...

"... así empieza a hablar de una maldita vez", terminó diciendo en su mente.

Lev ignoró aquello y se centró en Leyre. 

—Te prometo que de verdad nos marcharemos luego de que hables —le aseguró. Ella asintió y volvió a subir por la escalerilla diciendo que regresaría en un momento.

—¿De verdad nos iremos, cierto? —le preguntó Gwen a su hermana, también con la misma desconfianza que había mostrado Leyre.

—¡Pues claro que nos iremos! —exclamó An, y esta vez parecía sincera—. Nos iremos y... —Apuntó a Lev con ambas manos, y sus ojos comenzaron a analizarlo de pies a cabeza—, y le enseñaré un par de cosas a nuestro guerrero a ver si así consigue hacerle un poco de honor a su título. Porque honestamente así no me sirve... Para ser un guerrero con sangre de dragón deja mucho que desear, más bien parece el descendiente de un ratón —dijo, remarcando la última palabra, y refiriéndose a él como si ni siquiera estuviera presente.

Lev la miró anonadado.

—¿Disculpa? ¿Que no sirvo? ¿Y para qué exactamente? ¿Qué es lo que piensas enseñarme?

Alianza de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora