Lev estaba fuera de la oficina de la directora, sentado en una de las sillas ubicadas allí y esperando junto a la bruja a que llegaran sus padres. Tom, que se encontraba sentado junto al escritorio de la secretaria, le había dicho a la directora que tanto él como An lo habían golpeado, así que ahí estaba. Al menos cuando llegaran sus padres y los de los demás, él podría dar su versión de los hechos.
—¿Cómo es que no nos dimos cuenta antes de lo que estaba ocurriéndome? —murmuró Lev, pensativo.
—¿Y a mí me lo preguntas? —espetó An, mirándolo con reproche—. ¡Tú deberías haberlo notado! Pero se ve que tu lado de brujo te tenía muy ocupado como para recordar que también eres como tu padre —agregó en voz baja.
"Sabes bien que de niño nunca me hizo mucha ilusión pertenecer a esta raza", le contestó mentalmente para evitar que Tom o la secretaria los oyeran, solo los separaban unos pocos metros.
"Te guste o no, es lo que eres ahora y vas a tener que aprender a controlarte... ¿Cómo se siente el cambio? ¿Te duele algo? Porque yo no sentí ningún dolor".
"Solo me duele un poco la cabeza, pero es por este horrible calor... En serio ya no lo soporto, aunque al menos no estoy sudando", explicó aliviado. Además, aquella temperatura tan alta solo le duraría por un par de días más, se trataba de una fase, hasta que aprendiera a regularla. Luego volvería a la normalidad, y solo aumentaría cuando se enfureciera demasiado. Según la gente de su raza, eso se debía a la sangre de dragón que corría por sus venas; cuando los dragones se enfurecían solían lanzar fuego, en cambio ellos, que tenían una apariencia humana, no podían hacer tal cosa. Sin embargo, aseguraban que ese fuego seguía generándose dentro de ellos cuando se irritaban, y que al no poder expulsarlo éste se extendía por todo su cuerpo, despertando la fuerza sobrehumana que también poseían e incitándolos a liberarla de algún modo.
Aquella fuerza era algo que también debería aprender a manejar si no quería acabar matando a alguien. Lo único que podía rescatar de pertenecer a esa raza era que contaba con huesos de gran resistencia, por lo que era poco probable que sufriera de alguna fractura, y que si lo herían entonces se curaría más rápido de lo normal y no le quedarían cicatrices.
"Tú no, pero yo comenzaré a hacerlo dentro de poco, emanas un calor que ni te imaginas... Pareces una maldita estufa", dijo An, haciéndolo sonreír.
"Me siento como una", aseguró, y entonces siguió la mirada de An que de repente había pasado de él hacia algo detrás suyo. Al voltear se puso en pie de inmediato y se acercó a su padre, a quien no le vio muy buen semblante.
—Hola, papá... —saludó un tanto nervioso al llegar a su lado. Era la primera vez que la escuela citaba a sus padres por un mal motivo, y no tenía idea de cómo iba a tomárselo su padre.
William lo observó de pies a cabeza como buscando algo.
—Me llamaron diciendo que había ocurrido un problema contigo, pero no veo que tengas nada, ¿estás bien? —le preguntó, apoyando una mano sobre su hombro.
Aquellas palabras acompañadas de ese gesto fueron suficientes para que Lev se sintiera aliviado.
—Sí, estoy bien.
—¿Entonces qué fue lo que pasó?
—Es complicado... —Lev guardó silencio al ver que Matt, el padrastro de An, se acercaba a ellos. Al mismo tiempo oyó los presurosos pasos de la bruja a sus espaldas.
—¿Y mi madre? —le preguntó al hombre sin siquiera saludarlo, y entonces dirigió su mirada a William—. Hola, señor Cunningham —lo saludó rápidamente antes de volver a fijar su atención en Matt—. ¿No vino contigo?

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Alianza de sangre
FantasyDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...