An abrió los ojos al sentir un suave roce sobre su mejilla, acompañado del susurro de Lev llamándola. Una sonrisa perezosa apareció en su rostro cuando logró enfocarlo, y él le sonrió a su vez.
Tal como ella había supuesto, Lev se había encargado de hacer del túnel un lugar acogedor, e increíblemente mágico. Por encima de ellos flotaban cientos de destellos blancos que se asemejaban a las estrellas. A ambos lados de su improvisado colchón de bolsas de dormir, cubriendo las dos aberturas del túnel, se erguían unos muros hechos de las raíces del árbol, que Lev había hecho crecer y entrelazarse entre sí al igual que las ramas de los portales. Y de ellas crecían unas pequeñas y hermosas flores, cuyos pétalos brillaban con una intensa luz entre rojiza y anaranjada, como si estuvieran hechos de fuego.
Acostada a su lado, encerrados en ese maravilloso rincón que solo les pertenecía a ellos, An se sentía más relajada que nunca, y todo su ser vibraba de felicidad. Sin embargo, esa alegría la abandonó cuando Lev dejó de sonreír, apartó la mirada y se sentó, dándole la espalda.
An se incorporó también, sintiendo un horrible nudo en el estómago, y aferrando la capa contra su pecho para cubrir su desnudez.
—¿Qué pasa? —le preguntó a Lev, colocando una mano sobre su hombro para que la mirara, pero en lugar de eso, él escondió el rostro entre las rodillas.
—Lo siento, pero todo esto... Creo que no estuvo bien, no debimos...
An dejó caer la mano de su hombro mientras un escalofrío le recorría el cuerpo.
—¿Qué? ¿Es una broma, cierto? No puedes estar hablando en serio... —comenzó a decir, pero se calló cuando Lev alzó la cabeza y giró a verla. An percibió la chispa de burla en sus ojos antes de oír la pequeña carcajada que escapó de sus labios.
—De hecho, sí, era broma —dijo Lev entre risas mientras que ella lo miraba boquiabierta, con la indignación creciendo en su interior—. Fue mi revancha por esa bromita tuya, ahora estamos a mano.
—Debería matarte, en serio... ¿Cómo te atreves a hacerme una broma así? ¡Eres un maldito infeliz! ¡Mi broma no fue tan cruel! —protestó, luchando contra el impulso de tomar una de sus botas y aventársela a la cara.
—¡Sí lo fue! Hiciste que me asustara y me preocupara.
—No fue mi culpa que te lo hayas creído, ¿tan debilucha creíste que era como para lloriquear por algo como eso? Me ofendes... —replicó intentando sonar molesta, pero se echó a reír al recordar la cara de preocupación de Lev horas antes, cuando había comenzado a deslizarse en su intimidad y ella lo detuvo, fingiendo sentir un dolor horrible.
—Ah, y te sigues riendo, ¿lo ves? Te merecías ese susto.
—Y tú te mereces una paliza.
Lev acercó el rostro al suyo, desviando la mirada hacia sus labios.
—Preferiría unos besos —comentó, sonriendo de un modo tan encantador que An fue incapaz de ignorar, y que consiguió borrar todo rastro de indignación de sus facciones, haciendo que una sonrisa asomara a sus labios—. ¿Puedo tomar eso como señal de que ya estamos en paz? ¿O vas a tomar venganza cuando menos me lo espere?
—Estamos en paz —contestó An tras meditarlo por un segundo. Ni bien terminó de hablar, Lev se inclinó para besarla, pero ella lo detuvo agarrándolo por la barbilla—. Pero hay algo que quiero pedirte.
—No es el divorcio, ¿verdad? —cuestionó Lev, y An rió e hizo un gesto negativo. Él se mostró más asombrado que aliviado, y sus ojos se iluminaron—. ¿Entonces de verdad consideras que nuestro matrimonio es válido? ¿A pesar de que en ese entonces no sabíamos lo que hacíamos? ¿Eso de llamarme esposo delante de los demás no fue solo para hacerme sentir incómodo?
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Alianza de sangre
FantasyDiez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal. En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...