Capítulo 41

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Había pasado un momento horrible en la última media hora. No era la primera vez que sentía miedo por algo, pero sí era la primera vez donde había sentido que no podría salir victoriosa de la situación por sus propios medios. Era mucho más fuerte que un humano normal, no había dejado que el miedo se apoderara de ella, paralizándola, como solía ocurrirle a mucha gente, y le había dado tanta pelea como le había sido posible, pero incluso así, no habría ganado. El pedazo de mierda de Harvey era quien tenía las de ganar. Eso era algo que ni ella podía negar. Ni Lev habría sido capaz de acabar con él de no ser por su magia.

Era una mierda pensar en ello, o en lo que podría haberle ocurrido si Lev no hubiera llegado a tiempo. Pero, aun consciente de todo eso, An se sentía de un estupendo ánimo y muy tranquila. Harvey ya estaba muerto, ellos ya habían abandonado la ciudad y se encontraban de camino hacia el viejo templo, tenía al imbécil de Kier bajo su poder, su cabello y ojos habían vuelto a sus colores naturales, y su hermana y amigos se encontraban todos en perfecto estado. Todo eso era razón suficiente para sentirse de buen humor y dejar en el olvido la última media hora, aunque la principal razón de su lista y de su dicha era Lev.

Todo rastro de emociones negativas abandonó su ser cuando Lev había entrado en aquella habitación. Incluso sin saber lo que podría pasarles, a ella le bastaba con su presencia para sentirse más tranquila. Y luego, cuando vio la ira centelleando en sus ojos, y la expresión sanguinaria en su rostro, algo se encendió en su interior. Lo había visto enfurecido otras pocas veces, pero jamás como en ese momento, toda pizca de autocontrol parecía haberlo abandonado para dejarlo a merced de sus instintos más bestiales. De algún modo, verlo en ese estado le devolvió las fuerzas que había perdido minutos antes, la hizo sentirse orgullosa, feliz. Y su emoción no hizo más que aumentar cuando Jake y Francis le contaron que Lev había prendido fuego la posada de esa maldita vieja avariciosa, y que casi la había asfixiado.

—Conque torturaste un poco a esa vieja para que hablara y luego incendiaste su posada en venganza... Eso sí que es una sorpresa —susurró An junto a la oreja de Lev, tenía la barbilla apoyada sobre su hombro y los brazos alrededor de su torso. Se las había arreglado para ir en el caballo con él, y esa era otra de sus razones para estar de buen humor, incluso cuando lo sentía tan tenso—. Dime, ¿quién eres y qué hiciste con mi benevolente Lev?

—¿Mi? No soy tuyo —replicó, tan cortante como el filo de la espada con la que había atravesado a Harvey minutos atrás.

El modo en el que había hecho eso también era algo sorprendente, pero An decidió no mencionarlo por el momento. Era la primera vez que Lev hería a una persona con un arma, y lo había hecho con toda la intención de matarlo, de modo que no sabía cómo estaría sintiéndose. Ella no había sentido culpa luego de su primer muerto, ni con el segundo o el tercero, fue por eso que le dio el golpe de gracia a Harvey. Le habría gustado dejar que sufriera un poco más, que la herida causada por Lev lo matara lentamente, pero prefirió sumar otro a su lista y así alivianar la culpa que él pudiera llegar a sentir.

—Repítelo hasta que te lo creas. —An aprovechó que todos los demás iban un poco por delante de ellos, y deslizó las manos por su torso hasta dejarlas sobre la zona baja de su abdomen. Lev se sobresaltó, bufó, y entonces le reacomodó las manos más arriba, muy cerca de su pecho, de manera que An sintió lo rápido que latía su corazón. Eso la animó y no tuvo mejor idea que besar su nuca para incomodarlo todavía más.

—Ya basta —ordenó Lev en un tono desagradable—. Y no necesito repetirme nada, pero tal vez tenga que repetirlo para ti. No soy tuyo, y no te... Ah, solo deja de comportarte así. Entiéndelo de una vez, tú y yo no somos nada.

Aun sabiendo que nada de eso era cierto, An no pudo evitar sentirse algo molesta. Odiaba que Lev siguiera negando lo que sentía por ella, sobre todo luego de saber cómo se había puesto cuando se la llevaron, lo que hizo con Harvey con tal de mantenerla a salvo, el modo de abrazarla y mirarla, y el cómo había correspondido a su beso... ¿Hasta cuándo iba a seguir negando sus sentimientos? ¿Hasta cuándo iba a seguir haciéndole caso a su maldita moral?

Alianza de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora