Capítulo 23

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Entró en su habitación seguido de cerca por Jake. Se quitó la mochila y la lanzó sobre el sofá de cuero negro que tenía en un rincón, separado por un metro y medio de los pies de la cama. Luego se sentó frente al escritorio y prendió su ordenador.

—¿Me vas a decir qué fue lo que averiguaste o no? Casi no has dicho nada desde que hablaste con el zanahoria ese.

—Un minuto —dijo Lev, haciéndole un ademán para que espere. Necesitaba buscar el nombre de aquel chico antes de que se le olvidara.

Mientras tecleaba las palabras, su amigo se colocó los lentes, apoyó una mano sobre el escritorio y otra en el respaldo de su silla, y se inclinó frente a la pantalla para ver mejor.

—Asesinato de Ethan Corcoran, Portland... —leyó él—. ¿Quién es Ethan Corcoran? O bueno, quién era porque ahí dice asesinato y... —Guardó silencio y lo miró con cara de espanto—. Ay, dime que es una broma...

Lev se limitó a negar con la cabeza. Le dio click al primer resultado que se veía en pantalla y que se titulaba: "Joven de dieciocho años es asesinado en los baños de la escuela".

—El pelirrojo no llegó a decirme la razón, si hubieras retenido a Gwen más tiempo ahí afuera...

—Tenía frío y no quería comer ahí en el patio, ¿qué querías que hiciera? Además ahí debe decirlo —replicó, apuntando a la pantalla.

Ambos comenzaron a leer la nota periodística en silencio, hasta que llegaron a la parte donde se relataba el motivo por el que la joven, de quien ni siquiera habían podido averiguar el nombre, había atacado al chico. Lev suspiró, en parte aliviado y en parte abrumado. Ya no quería seguir leyendo, no lo necesitaba.

—No puedo ni imaginarme cómo se habrá sentido en ese momento —dijo Lev con la voz apagada—. Ella apenas tenía quince y ese desgraciado dieciocho, la superaba tanto en años como en fuerza... Podría haberla... —No era capaz ni de decirlo en voz alta, incluso con solo imaginarlo sentía que su sangre comenzaba a calentarse sobremanera.

—Fue una suerte que consiguiera defenderse. —Jake siguió leyendo. Al llegar al final de la nota había una fotografía, no del chico como la que salía al principio, sino de An saliendo de la estación de policías en compañía de Matt. Al pie de la fotografía tampoco se decía su nombre, ni el de su padrastro, tan solo que se trataba de la joven que estaba involucrada en dicho accidente y que el hombre a su lado era su padre—. Es raro que no sepan su nombre, del chico sabían hasta los nombres de sus padres, pero de An nada más que su edad y esta foto, y Matt ni es su padre —añadió su amigo, cerrando la página.

—Cierto, es muy raro, teniendo en cuenta que todos en aquel colegio estaban al tanto de quién era y qué había hecho. El pelirrojo llegó a decirme que por ese motivo ni los bravucones se metían con ella.

—Y con razón —repuso Jake—. Una cosa es molestar chicos menores que tú, darles un puñetazo o robarles un par de dólares, y otra partirle el cráneo a un tipo y matarlo. Por más que haya sido un accidente, es lógico que le teman.

Lev volvió a suspirar. No estaba tan seguro de que aquello había sido un accidente. Recordaba a An el sábado en la mañana, en casa de Leyre, diciendo que había muchas formas de matar a alguien. Había mencionado que golpear la cabeza de una persona contra algo bastante duro también era una opción, y recordaba bien su mirada mientras lo decía. No había visto ni una pizca de culpa en sus ojos. Además, la bruja podía dejarse llevar por su ira muy fácilmente, y un intento de violación era más que suficiente para despertar su enojo. Lev no podía culparla por eso, incluso él habría reaccionado de ese modo de haber estado ahí.

—¿En qué piensas tanto? —le preguntó su amigo, sentándose en el borde del escritorio y quitándose los lentes, que volvió a enganchar en el cuello de su camiseta.

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