Diez años atrás, ellos fueron enviados al mundo humano, donde estarían a salvo. Los recuerdos de todo lo vivido en su mundo fueron escondidos para que ambos pudieran llevar una vida normal.
En ese entonces, Anayra y Lev eran solo unos pequeños, uni...
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Estaba acostado en su cama, leyendo "The goldfinch" de Donna Tartt, con un plato repleto de galletas con chispas de chocolate, que su madre acababa de hornear, apoyado sobre el regazo, y disfrutando del sonido de la lluvia, el viento, y los truenos que hacían temblar el cielo cada ciertos minutos. Era un domingo perfecto a su parecer, y planeaba gozarlo quedándose en su cama, haciendo exactamente lo que estaba haciendo en ese instante. Comer y leer. Y ni Jake iba a conseguir sacarlo de su habitación.
—¿Qué son días de derramamiento de sangre? —le preguntó su amigo, acostado en el sofá con el teléfono en la mano.
—No sé, ¿una matanza? ¿A qué viene esa pregunta?
—Les pregunté a las chicas si querían salir de todos modos, ya sabes, ayer dijimos que saldríamos hoy todos juntos, y aunque el clima no sea el mejor, podríamos ir igual...
—Jo no, ejtoy ogupado —farfulló Lev, que acababa de llevarse la mitad de una galleta a la boca.
—¡No estás ocupado! Estás leyendo y comiendo, eso lo puedes hacer en cualquier otro momento.
—Ir al cine y a los bolos también. Ya te dije, de aquí no me mueves, ve tú con ellas si quieres, pero yo de aquí no salgo.
—Ya, ya te entendí, igual no iremos a ninguna parte, tu bruja dijo que no, por algo del derramamiento de sangre ese... —Lev apartó la vista de su libro y miró a Jake ante la mención de An—. ¿Crees que son días en los que va a golpear gente o qué? Primero pensé que hablaba de su período, pero teniendo en cuenta que es An, no sé cómo interpretarlo... Ambas opciones se me hacen muy válidas.
—Pues claro que habla de su período, bestia. ¿Y dices que dijo que no irá por eso? —preguntó, y Jake asintió—. Qué raro... No imaginé que algo como eso pudiera dejar a la bruja sin ganas de salir de casa.
—Tal vez es como Zoe que parece estar muriéndose en esos días.
Eso no le pareció nada probable. Zoe se quedaba en cama y se quejaba de que le dolía absolutamente todo, y no cambiaba su cara de agonía hasta que su período acababa. Exageraba, por supuesto, pero no a modo de broma como Jake, sino que exageraba y hasta ella misma se lo creía. De ninguna manera podía imaginarse a la bruja lloriqueando por dolores menstruales. Sin embargo, si en verdad se sentía de ese modo, entonces él sabía cómo mejorarlo, aunque sea un poquito.
