Era un día más en la librería. Uno de los más fríos del invierno en la ciudad, me atrevería a decir. Por suerte la calefacción central de la librería hacía de las suyas bastante bien.
—¿Alguien ha visto mi laptop? —preguntó Oliver, saliendo de su oficina.
Me frote los ojos. Son las 4:30 de la tarde, pero el cansancio puede conmigo. Anoche dormí muy poco, no era mi culpa que aquel libro estuviese tan genial.
—Louisa, ¿alguna vez dejas de dormir en el trabajo? —me preguntó, parándose frente a mí y poniendo sus manos en jarra.
—Créeme que lo intento —le respondo—. Anoche fué una noche de desvelamiento.
—¿Fuiste a algún lado?
—Fui al increíble mundo de Stephen King —respondí. Él giró los ojos.
—¿No has visto mi computadora? Es negra. No la encuentro por ningún lado.
—Nope. ¿Y en tu oficina?
—La puse patas arriba pero no la encuentro. Allí tengo todo mi trabajo. Mis contactos...
—Ya, tranquilízate. Va a aparecer —le respondí, encogiéndome de hombros—. Si quieres, puedo decirle a todos que si la ven por aquí te la den.
—Okey. Voy a la parte de atrás, a ver si la encuentro.
Oliver estuvo desde las 4:32 hasta al menos las 5:15 dando vueltas por ahí, buscando su laptop desesperadamente. Pasó por delante mío al menos unas 24 veces. Ya todos los empleados estaban en busca de la dichada computadora.
Me resultó divertido. Me hacía acordar a la busqueda del tesoro, cuando íbamos a los cumpleaños de mis compañeros del kinder. Quien encontraba el tesoro, le internaban en coma por comer tantos caramelos. Solo que aquí nadie recibía nada, todos lo hacían para que Oliver de una maldita vez se tranquilice.
—Si no la encuentro... —Oliver se despeina el ya alborotado cabello.
—¿Y qué tal si alguien la robó? —Karla se mete en la conversación. Se enrula el cabello en el dedo, y luego lo suelta. Y luego repite el proceso como unas cien veces.
—Eso es absurdo. Todos somos empleados de confianza —digo. Luego bajo un poco la voz—. Bueno, casi todos —añado, fulminando a Karla. Nadie parece darse cuenta de mi indirecta.
—¿Qué alguien la haya robado? —Oliver concidera la posibilidad—. Siempre la dejo en mi oficina. Tal vez...
—Yo diría que revises los lockers —dice Karla, obviando las cosas.
No se por qué Oliver le hace caso. ¿Que alguien la robe? Todos los empleados somos de confianza, es casi imposible que la encuentre en uno de los casilleros donde guardamos las pertenencias. En la única que no confío es en Karla, pero si ella la pusiera en su locker, ¿por qué le diría a Oliver de buscar su laptop allí?
Nos dedicamos a abrir los lockers uno por uno. Eran al menos 20. Yo tomé los de la derecha, Karla los del medio, y Oliver los de la izquierda.
Obviamente, encontré pertenencias personales de mis compañeros. Una campera, un celular, un cuaderno, llaves de su casa... Me detuve frente al mío. Ya sabía lo que iba a encontrarme allí. Las llaves de mi casa sobre el sweater viejo que traía siempre a la mañana cuando hacia frío, y mi celular. Pensé en no abrirlo (iba a ser en vano), pero un nudo se instaló en mi garganta.Y si...
La laptop negra de Oliver estaba justo encima de mi sweater.
—Pero qué... —comienzo.
Karla y Oliver se acercan. Él toma su laptop, y me mira.
—¿De quién es este locker? —pregunta. Veo unas arrugas formándose en su frente cuando frunce el seño.
—No lo sé... —digo, rascandome la nuca. Pero soy muy evidente.
—¿Louisa? —dice él, casi como si no pudiera creérselo. Sí, tampoco yo me lo creo. Noto algo en sus ojos; decepción, confusión.
—Te juro por todos los libros que leí en mi vida que yo no puse esto aquí, y que no tengo idea de cómo llegó —dije, desesperada.
—Claro, porque alguien se tomó la molestia de quitarla de mi oficina para inculparte —responde él, enojado.
Y ahí se me prende la lámpara.
—Tú lo hiciste —acuso, apuntando a Karla—. Tú la robaste, y la pusiste en mi locker.
—¿Por qué haría eso? —dice ella, inocentemente. Pero la mirada que tiene me confirma que es cierto. Abre los sus ojos marrones bien grande, y una expresión de inocencia se instala en su cara. Cuando Oliver no mira, me echa una mirada seria, amenazante.
—Porque me odias. Te pusiste celosa de que nuestros jefes me necesitaran y de que sea mejor empleada que vos.
—Esas son estupideces. La laptop estaba en tu locker. ¿Cómo es posible que ella supiera la combinación de tu candado? Son acusaciones graves —interrumpe Oliver.
—Oliver, te juro que no lo hice —repetí, ahora sintiendo que una lágrima rodaba por mi mejilla. No puede estar pasándome a mí.
Él pareció dudar un instante, pero luego movió la cabeza mínimamente.
—Voy a pedirte que me acompañes a mi oficina si no quieres que llame a la policía.
—Oliver, Dios mío —grazné torpemente, y me llevé las manos a la boca.
Él se hizo a un costado, invitándome a caminar a través de toda la librería para llegar a su oficina. Todos me miraron de forma extraña, hasta Claudia. ¿En qué se habrá metido la loca de Louisa Marshall ahora?
Y me encontraba en su oficina. De nuevo.
N/A.
Amo el cap que sigue, me da mucha gracia JAJAJA
Perdónenme que no actualicé ayer, es que Wattpad me odia y el único rato que tenía para actualizar se me tildó todo y no me cargaba la historia -.-
¡Gracias por los 400 leídos! :)
Preguntaa: ¿Quién va siendo su personaje favorito de la nove? El mío Lou, es tan yo <3
¿Y el que más odian? *El que yo mas odio aparece mas adelante, no les voy a hacer spoiler* *Si odian a Karla, a este lo van a querer colgar en pelotas en medio de su patio y darle con un hacha*
Cap dedicado a: Curly-Storm por ser de las primeras en leerme :)
Nos leemos luego :)
~Guada 💥
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Un Auténtico Desastre
HumorLouisa Marshall es un auténtico desastre. Es infantil, despistada, e incluso tiene esa horrible capacidad de hablar hasta por los codos y decir cosas inoportunas en los momentos equivocados. Aún así, su vida es planificada y aburrida. Cuando su jef...