[16] Compromisos

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Mi vida se basa simplemente en superarme a mí misma

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Mi vida se basa simplemente en superarme a mí misma. Sí, sé que suena muy poético y todo, pero yo me supero a mí misma de la forma más espantosa...

Cada uno de mis desastres es peor que el anterior.

Creo que el desastre del auto de Oliver (el más reciente) había sido el peor en bastante tiempo. Y ustedes ya conocen un poco mi historial de desastres, seguro coinciden conmigo. Eso había sido toda una humillación.

Si hubiera un Récord Guinness sobre "la peor vergüenza ever", yo sería la ganadora. Con cetro y corona.

Entré en la librería, otro día más. Hoy no estaba tan frío como ayer, y ya me había recuperado de mi resfrío y mi fiebre. Los únicos rastros que quedaban del día anterior era mi cara de temor de encontrarme a Oliver de nuevo.

Pero en cambio, el señor Hudson me recibió.

-Louisa, querida -dijo, abrazandome. Le devolví el abrazo.

Me sentí aliviada de verlo. Si él estaba aquí, significaba que Oliver no mencionaría nada sobre el día anterior, ¿o sí? Bueno, no creo que le sea agradable compartir esa información con su padre.

-¿Cómo le va? -pregunté amablemente, con una sonrisa. Me quité mi bufanda cuando terminamos el abrazo.

-Exelente, muy bien -dijo, alegre.

Mark salió de la oficina. Me resultó extraño verlo por aquí. Si bien "trabajaba" en la librería, muy pocas veces aparecía. Yo diría que Oliver era precisamente el jefe, y que Mark solo de tiempo en tiempo.

-¿Qué tal, Louisa? -saludó, pasando una mano por mi hombro. Él, tan diferente a su hermano y siempre despreocupado.

Le respondí con una sonrisa. Mark prosiguió.

-Oliver me mandó a llamarte -por un momento pensé que se dirigía a mí, pero mi corazón volvió a latir normal cuando noté que le hablaba a su papá-. Algo sobre cuentas, y números.

Me puse a trabajar cuando padre e hijo volvieron a meterse en la oficina. Me dediqué a atender a algunos clientes, a acomodar nuevos libros, limpiar estanterías, etcétera.

A la hora recibí una llamada de Lindsey.

-¿Aló? -respondí. Era raro que ella llamara a esta hora, porque también se encontraba trabajando en la peluquería de su madre.

-¡Nena, necesito hablar contigo urgente! -dice, desde el otro lado-. ¡Tenemos que intercambiar los chismes de la semana, que te tengo uno jugoso!

-Sí, también yo te tengo uno jugoso... -digo, con pesadez, refiriéndome a mi última humillación frente a Oliver.

El trabajo de mi mejor amiga había sido desde siempre aliviar mis penas desastrosas, y esta no sería la excepción.

-¿Jugoso bueno, o jugoso malo?

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora