Mi historia. Qué raro sonaba decir eso.
Había releído ya dos veces mi historia en todo el tiempo que había pasado en el hospital, y comprendía por qué la había abandonado. Y ahora en mi casa, donde tampoco el tiempo era algo que faltaba, seguía pensando en todos esos errores. Hilos sueltos, personajes sin formar, callejones sin salida...
No me gustaba la forma en la que estaba escrita —la Louisa de 20 años que había comenzado esto no sabía la definición de algunos adjetivos y los usaba sólo porque quedaban lindos, entre muchas otras cosas—, la línea temporal no me convencía del todo, personajes que cambiaban repentinamente...
Para mejorar esto había que demoler y contruir sobre cimientos.
Había tomado una hoja de un cuaderno y había planeado un par de cosas. Mi idea era facil: aprovechar lo aprovechable, y reponer lo inservible.
Lo difícil era llevarla a cabo.
Pero de todas formas, me lo había propuesto. Estaba harta de mirar televisión, de cocinar, incluso hasta leer. Nada me llenaba, excepto esto. Me mantenía entretenida, sin pensar en nada más, completamente entregada a mi extraviada pasión.
Ya llevaba poco más de una hora de edición (solo 5 capítulos habían quedado algo así como decentes) cuando mi teléfono vibra.
—Diga... —murmuro, casi sin despegar los ojos de mi notebook.
—Lou.
La voz del otro lado me sobresalta, y alejo mi oído del celular para verificar el nombre en mi pantalla. No había reparado en que decía "Librería Hudson".
—Oliver, qué tal —digo, con una sonrisa.
Cuando recordaba nuestro beso épico (había optado porque era el mejor adjetivo para describirlo) en el ascensor, me invadía una sensación de alivio y vergüenza al mismo tiempo. ¿De dónde había sacado Lou, la chica que habla hasta por los codos cuando se pone nerviosa, el valor para hacer algo así? No sé, pero me encantaba.
—Llamaba para ver cómo estaba todo —dice él.
—Bien, bien... Yo... eh... mis días son aburridos. Pero bueno, no es como si antes fueran lo más divertido del planeta...
—Entiendo, también suele pasarme. ¿Ya leíste todos los libros que te regalé?
—No, claro que no —digo, riendo en voz baja—. Hasta para mí es imposible leer tantos libros en tan pocas semanas. Gracias de nuevo.
—Ya me lo agradeciste más veces de las que puedo contar —dice, ahora tomando su turno para reír.
—Uf, lo sé, es que... Mi librero se ve tan hermoso ahora...
Me volteo hacia la pared del living donde descanzan mis preciosos libros. Está casi completo. Sonrío. Miro el reloj de pared, sobre el librero, que marca las 9:30 de la noche, y caigo en la cuenta de algo.
—¿Qué haces tan tarde en la librería? —pregunto. Normalmente cerraba a las ocho.
—Papeles. Ya sabes. Ahora que no estas aquí, Mark no es de gran ayuda y ni siquiera Claudia puede ayudarme...
Al mencionar a Claudia ambos quedamos en silencio un momento.
—Ya veo... —digo, quedándome pensativa. ¿Me necesitaría él allí? Necesitar es una palabra muy fuerte... ¿me extrañaría?—. Por cierto, ¿qué es de Mark? No he sabido mucho de él en los últimos meses.
Oliver suspira profundamente.
—Bueno, se ha tardado lo suyo en contarme. Ha comenzado la universidad de nuevo —confiesa.
ESTÁS LEYENDO
Un Auténtico Desastre
HumorLouisa Marshall es un auténtico desastre. Es infantil, despistada, e incluso tiene esa horrible capacidad de hablar hasta por los codos y decir cosas inoportunas en los momentos equivocados. Aún así, su vida es planificada y aburrida. Cuando su jef...