La señora Hudson nos llamó a la mesa, donde me senté entre Dominic y Francesca, pero por lastima frente a Oliver.
—Así qué, Dominic, ¿cómo te va en la escuela? —pregunta la señora Hudson, con educación.
Ay, mierda. Ya empezamos mal.
—Bueno, digamos que... —comienza Dominic, seguramente listo para contar sus anécdotas problemáticas.
—Muy bien. Es un alumno ejemplar. Es bueno en matemáticas —me anticipo a responder.
Bueno, tal vez no debí haber dicho eso.
—¿Ah, si? —preguntó Dom. Al ver mi expresión de contribuye o te asesino, siguió hablando—, eh, digo..., sí, sí, gané las olimpiadas de matemática regionales el año pasado.
Y así es como uno se hunde en un pozo sin salida en menos de 5 segundos.
—Eso es genial —digo Francesca, sorprendida. Se inclinó hacia adelante para observar a Dominic mas allá de mí—. Estoy en mi primer año de universidad, y en economía siempre buscan personas con títulos en matemática. De seguro amarías esta carrera.
Tomé de mi vaso para ocultar mi risa. ¿Dominic en economía? Sí, claro, y yo en actriz porno.
—¿Un poco más, chicos? —pregunta el señor Hudson.
—No gracias, estamos llenos —digo.
—Yo quiero —dice Dominic, al mismo tiempo. Nos fulminamos entre sí, y los Hudson ríen. Menos Oliver, claro.
—Me encanta este chico —dice Mark, golpeando la espalda de Dominic. Él sonríe, satisfecho.
—Ustedes me caen bien también. No se por qué mi hermana dice que... —lo interrumpo con un codazo—, eh, digo, ya entiendo por qué Louisa habla maravillas de ustedes.
Es en estos momentos en los que me acuerdo de la película de Stuart Little en la parte que George dice "¡Él no es una rata, es mi hermano!", pero de seguro habría resultado extraño si lo mencionaba.
El resto de la cena transcurrió sin inconvenientes. El señor Hudson comenzó a contar historias de la librería, nos matamos de risa e incluso aportamos a la charla. En fin, me sentí tan aliviada de que nada malo estaba sucediendo, que hasta me permití una segunda ración de postre.
Pero eso no era normal. Es como si estuviera con la guardia alta todo el tiempo, esperando el golpe decisivo, el golpe bajo del destino. Porque no era normal que las cosas me salieran, dentro de todo, bien.
—Esta delicioso, señora Hudson —agradeció mi hermano.
¡Hasta Dominic estaba siendo educado!
—Gracias, cariño. ¿Un poco más?
—No, gracias. De hecho, creo que nos tenemos que ir —dijo Dominic, mirándome. Miré la hora en mi teléfono. Las 11:30. Recordé la condición de mi hermano de venir aquí solo si volvíamos a las 12 para que vea su serie en televisión.
ESTÁS LEYENDO
Un Auténtico Desastre
HumorLouisa Marshall es un auténtico desastre. Es infantil, despistada, e incluso tiene esa horrible capacidad de hablar hasta por los codos y decir cosas inoportunas en los momentos equivocados. Aún así, su vida es planificada y aburrida. Cuando su jef...