—Lindsey, ¿recuerdas la última vez que me puse un vestido? No salió nada bien. Por favor, no volvamos a eso.
—Te quedaba tan lindo... Pero la tenías que cagar, ¿eh? —dice mi mejor amiga desde el otro lado de la línea.
—No es mi culpa que ese perro viniera corriendo hacia mi y me derribara.
—¡No es culpa del perro que se te haya caído la deliciosa carne de tu madre encima durante la cena!
Hoy era el "gran día", el día en el que mis padres volverían a su casa, y yo a la mía (¡Al fin!). Pero también era el "horripilante día", el día en el que me tocaría pasar vergüenza frente a gente importante en la cena importante de mi importante jefecito. Y recalco la palabra importante porque sí, lo era. Este escritor había organizado esto como promoción de su libro, pero la cena también hablaba de status. Si te encargabas del mundo de la literatura en el país, pero no recurrías a la cena, quien sabe cuales podrían ser tus consecuencias. Les abría oportunidades a todos.
Me encontraba caminando por la calle al mediodía, yendo a mi apartamento para comer algo después de una larga mañana de trabajo. Oliver me había agradecido por elegir a los dos nuevos empleados (Ya no quería volver a tocar un currículum en mi vida), pero más aún que lo acompañara a la cena. Para él era importante que yo vaya, porque su maldito hermano se había negado rotundamente.
Me detengo frente a un hombre que vende diarios, en el que casi siempre me detengo para mirar un poco los titulares sin comprar nada.
Pero deseé no haberlo hecho.
—Ay, dios mío, Lindsey.
—¿Qué pasa ahora?
—Va a estar la prensa. En la cena. Cámaras, fotógrafos, medios de comunicación... —digo, perdiendo los estribos.
—Lou, respira un poco...
—¡Si hago el ridículo todo el país se enterará! ¡Este hombre es mas famoso de lo que pensaba!
Vuelvo a mirar el titular. "La prensa se encontrará hoy en la cena del señor Peter Hawkings, para mantenernos a todos al tanto del lanzamiento de su nuevo libro. Allí también se encontraran los representantes de las librerías y editoriales mas importantes del país".
—¡Louisa, cálmate! —grita ella, del otro lado—. ¡Todo va a salir bien!
—Te llamo luego —digo, y corto.
Me quedo un momento leyendo la nota, pero el hombre que vende diarios me interrumpe.
—Si quiere leer el diario, cómprelo. —Me lo arrebata.
—Si quiiri liir il diirii, quimprili —digo, sacando una monedas de mi bolsillo y dejándolas en la mano del hombre. Él me devuelve el diario, de mala gana.
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Un Auténtico Desastre
HumorLouisa Marshall es un auténtico desastre. Es infantil, despistada, e incluso tiene esa horrible capacidad de hablar hasta por los codos y decir cosas inoportunas en los momentos equivocados. Aún así, su vida es planificada y aburrida. Cuando su jef...