[19] El ladrón del baño

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Aun seguía confundida

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Aun seguía confundida.

No me entraba en la cabeza cómo es que Oliver me había ofrecido un nuevo puesto. ¡Si hace poco más de un mes que nos conocemos, y no me he ganado una buena fama que digamos! Tal vez el señor Hudson tuviera algo que ver en su decisión. Sí, era la opción mas razonable. Oliver le había mencionado que necesitaba algo de ayuda en la librería, y mi ex jefe me habrá propuesto a mi como ayudante.

Aún así, seguía en shock.

Decidí ir a mi casa, a mi real casa, después del trabajo. Ya estaba harta de tener que quedarme en casa de mis padres y no poder relajarme en la mía. Y aún quedaban varios días de su estúpido viaje a Londres. Tenía que regar mis plantines, fijarme que todo esté en orden y demás. Después me iría en taxi hacia la casa de mis padres.

La casa olía a encierro, así que me dediqué a abrir todas mis ventanas de par en par. Ah, se sentía tan bien estar tirada en mi propio sofá, y no en el lujoso e incómodo de mis padres. Se me ocurrió la excelente idea de tomar una ducha relajante. Después de todo, tenía media hora libre y necesitaba serenidad.

Mientras mi cerebro seguía cavilando sobre los acontecimientos del día, encendí la bañera y dejé que el agua llenara hasta casi el tope. En otra ocasión me hubiera reprimido por derrochar agua, pero ¿qué mejor que un baño caliente para meditar? Tiré un poco de espuma de baño que ni siquiera sabía que tenía, me desnudé y me metí a la bañera.

—Ahh... —no pude evitar suspirar. Tan calentito...

Muchas cosas extrañas venían sucediendo desde que Oliver había adquirido junto a Mark la custodia de la librería. Aún no entendía cuál era el rol específico de Mark, a veces se aparecía, a veces no, y toda la responsabilidad recaía en Oliver. Eso también explicaba un poco el porqué de mi asenso. Demasiada presión, demasiado trabajo. ¿Sería esa la razón?

Me regañé a mi misma. Estaba en una bañera calentita con espuma para poder relajarme y lo único que hacía era seguir dándole vueltas al tema. Cerré los ojos, eché la cabeza hacia atrás e intenté serenarme y vaciar mi cerebro. Y que mejor forma de olvidarse de todo que con música.

No tardé mucho en comenzar a tararear una canción. Mi voz fue subiendo de tono en el pre coro, y cuando llegó el estribillo...

—¡¡I CAN'T GET NO, I CAN'T GET NO!! ¡SA-TIS-FAC-TION!

Mis dedos tamborileaban en el borde de la bañera como si de una batería se tratase, mientras la otra mano sostenía la botella de shampoo a modo de micrófono.

—¡QUIERO OÍR ESAS PALMAS! —dije, hablándole directamente al acondicionador—. ¡AND I TRY, AND I TRY, AND I TRY, AND I TRYYYY!

—¡YA CÁLLATE!

Mi estupenda voz cesó de un segundo a otro. ¿De dónde había salido eso?

Me quedo en silencio unos segundos, hasta que llegó a una conclusión.

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora