[51] Feliz cumpleaños

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Aún no podía creerlo.

Me habían bastado cuatro días. Nada más que cuatro días de encierro parcial en mi casa, para poder acabar al fin la corrección de mi historia.

Aun sentía una sensación extraña cuando pensaba en el término "mi historia". No quería ilusionarme, estar corrigiéndola porque el tiempo libre me mataba no significa que esté segura de querer publicar. Ni de que iba a pasar, por mas que quisiera.

Pero como siempre pasa, nuestro corazoncillo travieso adopta esa postura caprichosa de "¡imagina lo genial que sería...!", lo cual puede ser mucho más arriesgado de lo que pensamos.

Sí... trabajo en ignorarlo.

—¿Qué haces tanto tiempo con esa computadora? ¿Encontraste una página de videos X o algo así? —pregunta Dominic.

Aún nadie sabía que estaba trabajando en aquello por lo que había arriesgado mi futuro, y no tenía muchas intenciones en contarlo. Pero sí, era sospechoso que me pasara el día frente a la computadora cuando aún tenía muchos de los libros que Oliver me había regalado por leer.

—Que asco —digo, girando los ojos y cerrando la pantalla para mirarlo—. Si viera algo de eso creo que quedaría traumada.

—Tampoco te imagino viendo algo de eso. Apuesto a que buscarías algo así como "personas teniendo relaciones mientras leen, súper excitante".

Se empieza a reír de su propio chiste a la vez que lo fulmino y me levanto de mi silla.

—Ah, casi lo olvido. Mamá dijo que compres hielo antes de ir a casa —menciona, cuando por fin termina de reír.

Me congelo en mi lugar.

—¿Antes de qué?

—De ir a casa, pues —responde, como si fuera obvio.

—¿De ir a casa? —repito, en extrema confusión.

—Oh, mierda —susurra—. ¿Olvidé contártelo, cierto?

Me paso la mano por la cara.

—¡Olvidaste ese pequeño detalle de tu cumpleaños, Dominic!

Giro los ojos. Sí..., hoy era el cumpleaños 16 de esta criatura a la que llamo hermano.

—No puedes enojarte conmigo... ¡recuerda que un día como hoy yo estaba llegando al mundo!

—Sí, lo recuerdo perfectamente. Recuerdo que papá tenía jaqueca, mamá lloraba del dolor y yo tenía tanta hambre que mientras mamá paría me fui a comprar dulces. Cuando volví tenía un hermano.

—¿Enserio te perdiste mi nacimiento por... dulces? —Él me fulmina—. En fin, vamos a comer pasta, mamá insistió en que te invitase. Dice que ahora que saliste del hospital te vendría bien salir un poco más.

Me apresuro a cambiarme mi viejo piyama de Bob Esponja (que por cierto, me quedaba algo pequeño) por ropa un poco más decente. Y digo "un poco" porque tampoco iba a esmerarme. No me agradaba la idea de ir a comer a la casa de ellos, más aún sabiendo que casi ni se habían interesado en mi estadía en el hospital ni en ver cómo me encontraba después. Además, ellos no estaban enterados de que Oliver me contó de su demanda a la librería. No creo que enterarse en el cumpleaños de Dominic sería una buena opción para ellos, así que tendría que seguir con la boca cerrada un tiempo más.

¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas Dominic, que los cumplas feliz...! —escucho a mi hermano cantar desde el pasillo.

—¡Dominic, que nadie te haya cantado el feliz cumpleaños no significa que tú mismo te lo tengas que cantar! —le digo, desde mi habitación mientras me coloco la campera para salir—. Eso es triste, hermano.

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora