[33] ¡Qué tenso está todo, ¿eh?!

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—Debe ser una de las pocas veces en mi vida en la que yo y mi hermano nos ponemos de acuerdo en algo —menciona Oliver, con una sonrisa ladeada.

Si bien al principio me había parecido una pésima idea, ahora estaba encantada. Habían pasado dos días de la espléndida remodelación de Mark, y aun así me sorprendía cada vez que entraba aquí.

—Fue todo idea de Mark, no quiero llevarme el crédito —me sincero—. Él dijo que había sido mérito mío, pero solo para enmendar un poco la discusión que habíamos tenido a la mañana.

—Lo sospeché ligeramente —Oliver ríe levemente—. Siempre tuvo talento para la decoración y eso, incluso de más pequeño era muy bueno dibujando. Cuando creció... Simplemente lo dejó —explica él.

—¿Por qué? —pregunto, ladeando la cabeza un poco.

Oliver me mira, ahora sin sonrisa. Se encoje de hombros.

—Dijo que eso no le serviría para nada en el futuro.

Abro grande los ojos, pero uno de mis compañeros de trabajo entra en la oficina antes de que pueda seguir indagando sobre el tema.

—Lou, alguien te busca por aquí —informa Martín, mi compañero.

—¿A mí? —pregunto, bien estúpida.

—Sep.

Me disculpo un momento con Oliver y salgo de su oficina hacia la librería.

Y desearía no haberlo hecho.

Logan estaba de pie frente a mi, con la mirada clavada en una estantería de libros a su derecha. Al sentir mis pasos, se gira hacia mi en un nanosegundo.

Amago con volver a la oficina, pero su voz me detiene.

—¡Espera! —dice, acercándose unos pasos—. Ahora no vas a negar que me estás evitando, ¿o si?

—Bueno.... Sí, estuve evitándote —le respondo, algo nerviosa.

Lucía bastante serio, más de lo que lo había notado en el corto tiempo en el que nos conocíamos. Sus manos estaban metidas en los bolsillos de su abrigo, y tenía el pelo mojado por la llovizna del exterior.

—¿Fue por el beso? —me pregunta, bajando la voz. No respondo, y tras una pausa continúa hablando—. Si fue por eso, solo quería decirte que lo siento. No debí haberlo hecho sin consultarte.

—Yo lamento haber salido corriendo como loca —me disculpo también—. Yo... Supongo que nunca fui de las chicas a las que van por ahí y las besan, y supongo que me sentí incómoda cuando tú lo hiciste. —Me rasco la nuca y desvío la mirada.

—Bueno, no parecía eso cuando no me lo impediste —refuta él, girando los ojos.

Creo que en ese momento me volví mas roja que la sangre menstrual.

—Ya..., lo sé. No voy a negar que me agradó un poco... —respondo, sin saber bien cómo continuar.

Un nuevo capítulo de "Tierra, traga a la tonta de Louisa".

—Pero aún así saliste corriendo —interrumpe él, molesto. Sus brazos se cruzan sobre su pecho, y me doy cuenta de lo imponente que luce en aquel momento. 

No sé qué es lo que más me incomoda, si sus ojos clavados en mí o la postura dura y firme que adopta. Me siento pequeñita, y maldigo internamente haber adoptado los genes de baja estatura de mi madre. 

—Ya dije que lo sentía. —Retrocedo un paso, amagando con volver a la oficina.

—Lo sé. Sólo que no te entiendo. Dices que te incómoda y sales corriendo pero también dices que te gustó. ¿En qué quedamos?

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora