[32] Jefa Louisa

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QUÉ.

Su lengua se deslizó suavemente entre mis labios, y su agarre en mi cintura se hizo más fuerte. Si bien yo también estaba besándolo, no caía en lo que estaba pasando.

Y, efectivamente, no caí hasta que sus suaves labios abandonaron los míos. ¿En serio nos habíamos... besado? Se me revolvió el estómago de los nervios.

—¿Hice algo mal? —dice, ante mi mirada de preocupación y miedo.

—Eh... Yo... Eh... —balbuceé.

Y luego hice algo súper típico de cualquier persona en esta situación...

Salí corriendo.

Abrí la puerta del edificio y la cerre tras de mí. Corrí con todas mis fuerzas hasta el acensor. Ahg, que suerte que los dueños se habían modernizado un poco y habían colocado el sensor magnético... Las llaves a la antigua hubiesen sido un problema.

Mientras rogaba por que el acensor fuera rápido, ya en la seguridad de mi edificio, me volteé para ver a un confundido Logan gritar mi nombre desde la calle.

A la mierda el acensor. Corrí hacia las escaleras, y no se cómo no tropecé  mientras saltaba los peldaños hasta el cuarto piso. No me detuve hasta que mi trasero estuvo sentado en el viejo sofá de mi sala.

Ahora sí, ¡¿qué carajo acaba de suceder?!

* * *

La mañana siguiente me levanté media hora más temprano porque tenía que abrir la biblioteca, ya que Oliver estaba de viaje por trabajo. Agradecí eso eternamente, porque estaba segura de que Logan estaría parado en mi puerta en la hora que él pensaba que salía de mi casa.

Ahora sí que estaba evitándolo.

Llegué a mi trabajo en la hora exacta que había prometido a Oliver, y me dediqué unos minutos a preparar todo para cuando los empleados llegaran.

—Hola... Lou, ¿qué haces aquí temprano? —me pregunta Clau, apenas entra.

—Puedes llamarme jefa Louisa —respondo—. Oliver esta de viaje, y me dejo a cargo.

—¿Tú sola? —dice ella, alzando una ceja mientras dejaba su abrigo.

—Dijo que también Mark iba a venir, pero no estoy tan segura de eso.

Pero en ese momento, el rechinar de la puerta de vidrio nos interrumpe.

—No te librarás de mi hoy —dice Mark, apareciendo en escena.

Casi sentí alivio de verlo entrar, lo cual era ilógico. ¿De que serviría Mark? A duras penas sabía lo que era un libro. Pero al menos no estaba tan sola con esto de ser la jefa.

Se encontraba con su cabello disparatado, supuse porque se acababa de quitar el gorro que llevaba en sus manos. Él no vestía camisas ni pantalones caqui como su hermano, sino unos viejos jeans y una remera negra con el simbolo de The Rolling Stones. No pude evitar notar todo lo que contrastaba con Oliver.

Ambas lo saludamos, con una sonrisa.

—Así que bien, ¿Oliver andaba ocupado? No entiendo cómo nos dejó a nosotros dos juntos manejando esto sin arrancarse cada uno de los cabellos de la cabeza de los nervios —dice Mark.

Solté una risa seca.

—La verdad es que yo tampoco. Oliver volverá mañana a la noche. Antes de que nos demos cuenta estaremos de vuelta a la normalidad, a la merced de las ordenes de tu hermano.

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora