Louisa Marshall es un auténtico desastre. Es infantil, despistada, e incluso tiene esa horrible capacidad de hablar hasta por los codos y decir cosas inoportunas en los momentos equivocados. Aún así, su vida es planificada y aburrida.
Cuando su jef...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Anoche escuché tu programa de nuevo —le digo a Logan, con una sonrisa—. Y ahora que lo pienso, sí tienes voz de locutor.
Casi todos los días lo escuchaba, siempre pasaban buena música y hablaban sobre músicos, escritores, artistas... Sobre todo noticias del mundo del espectáculo. Logan tenía una forma muy buena de relatar, haciendo que hasta la noticia más boba te enganche.
—Me lo han dicho —dice él, encogiéndose de hombros.
Ambos habíamos pedido spaghetti con salsa. Bueno, él lo había pedido y yo solo había dicho: "Eh... Y otro para mí". Casi nunca iba a comer a restaurantes; casi siempre que salía a comer afuera era con Linds o Derek, y a bares baratos en los que lo más elaborado que puedes pedir es un sándwich de milanesa.
La chica lo apunta en la libreta y se va, justo cuando mi teléfono suena.
Ahg, Dominic.
—Discúlpame —digo a Logan y, ya presintiendo que algo malo iba a pasar, presiono para atender.
—¡LOUISA! ¡LOUISA, CREO QUE SE HA ROTO EL LAVARROPAS! ¡Y EL LAVAVAJILLAS TAMBIÉN!
Logan me mira extrañado ante los gritos de Dominic. La antigüedad de mi celular permitía que el sonido salga hacia todos lados sin necesidad de poner altavoz, y más si alguien gritaba.
—¡Dominic, cálmate! ¡¿Qué está pasando?! —respondo, alterada.
—Quería hacer una ensalada, entonces metí la lechuga al lavarropas en vez de al lavavajillas... —comienza explicando él.
—¡Alto!, ¿por qué meterías la lechuga al lavavajillas? —lo interrumpo.
—Hay que lavarla, ¿no?
Cierro los ojos con fuerza.
—A ver si entiendo, ¿Rompiste el lavarropas por meterle lechuga adentro? —repito, intentando mantener la calma.
—Sí, ¿por qué iba a lavarla a mano si tenemos un aparato que cumple esa función?
—¿Y él lavavajillas? —pregunto, sin querer saber la respuesta realmente.
—Digamos que... Encontré uno de tus bra tirado por ahí, uno con mini Bob Esponjas por todos lados que tenía manchas de chocolate y lo metí al lavavajillas pensando que era el lavarropas, y digamos que también se estropeó. Ah, y no solo eso, también se estropeó la lechuga. Sabe a jabón ahora.
Enrojecí de inmediato. Logan seguía escuchando todo, y me miraba entre divertido y confundido. ¡No es mi culpa mirar películas tristes y comer chocolate desastrosamente en ropa interior!
—Dios, Dominic...
—Si, el bra también se estropeó. Aunque eso es mejor, la combinación de los Bob Esponjas y la ropa interior no tendría que existir.
