[9] Tan normal como siempre

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—¡AY, POR ZEUS! —chillé

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—¡AY, POR ZEUS! —chillé. Me abalancé sobre Oliver—. Gracias, gracias, gracias... —dije, a la vez que mis lágrimas de felicidad mojaban su camisa. Al principio, él no me devolvió el abrazo y sentí su cuerpo tensarse contra el mío, pero luego me dio unas palmaditas en la espalda y se separó.

—Sí, lo siento. Debí haberme fijado en las cámaras antes de acusarte. Nunca debí haber contratado a la idiota de mi prima.

Era la primera vez que escuchaba a Oliver maldecir.

—Lo siento por todo eso que dije... —comencé.

—No, no lo sientes. Me odias y lo sé.

—Solo un poquito —dije, juntando mis dedos pulgar e índice, y sonriendo—. He tenido las tres horas mas locas de mi vida, ¿sabes? Me hice amiga de un vagabundo, acepté vivir con el en un basurero, deambulé por ahí descalza y, sin rumbo, hasta una anciana huyó de mí.

—Woah... —soltó él, con algo parecido a admiración.

—Todo esto es una locura. —Miré mis pies descalzos, y los zapatos de mis manos. Me los coloqué, con cuidado de no caerme.

Eran al rededor de las ocho, y todos ya estaban preparándose para irse. ¡Uf, y yo acababa de recuperar mi empleo! Al parecer la vida si daba segundas oportunidades.

Si, bueno, tal vez estuviera un poquito enojada con Oliver... Ya, me había cabreado muchísimo que me despidiera sin siquiera considerarlo, pero basta de sufrir. Estaba de vuelta y era todo lo que me importaba.

Claudia me esperaba en la puerta.

—Vamos por unas pizzas, y me cuentas todo —me dice, cuando llego a su lado.

—Claro que sí —dije, abrazándole.

* * *

Dominic había traído su Play Station, y la habíamos instalado en mi tele. Llevábamos como 40 minutos jugando. Los martes entraba a trabajar a las 6, así que teníamos tiempo.

—¡Te gané! —chilló Dominic, cantando victoria por quinta vez en el día.

—Maldito grano en el culo que eres.

—Este grano en el culo te ha ganado —festejó, poniendo su trasero en mi cara. Lo empujé y se cayó de bruces al piso. Me tiré sobre él a golpearlo, pero se defendió, y muy pronto la que estaba abajo era yo. Intenté quitármelo de encima, pero el muy maldito me tenía atrapada.

Sep, nos llevábamos como 7 años pero él era mas fuerte que yo.

Tocaron el timbre. Ambos nos detuvimos.

—¡¿Quién es?! —grité, aun desde el piso del living.

—Soy Josh, el portero. Vengo a traer una entrega para la señorita Marshall.

Un Auténtico DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora