Su personalidad no tenía límites en la depresión, su mundo se venía abajo con cada día que pasaba... Sólo quedaba esperar a que un día todo eso acabara... O que alguien más llegara a su vida a salvarla.
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-Sólo quería mantenerte feliz todo lo pos...
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Quiero creer que le quité un poco el cliché a todas las novelas de chicas que se enamoran de profesores, aunque al final sólo pienso que todo ese cliché lo convertí en una hermosa historia deprimente. Sin más, espero que disfruten.
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 Levanté mi cabeza levemente y salí de la casa. Las vacaciones de verano habían terminado y yo con ellas, eso significaba nuevos problemas en la escuela y nuevos compañeros que me odiarían por siempre, después depresión y soledad máxima hasta el punto de querer matarme. Sí, ya lo he vivido.
Tomo mi mochila y corro rápidamente, mi primer día y llegaré tarde. Papá está muy ocupado en su trabajo, es mecánico automotriz, por decirlo profesionalmente, se pasa el día en donde arregla los carros y llega en la noche para dormir. Arregla su comida y allá desayuna, come y cena. Soy bastante autosuficiente desde pequeña, pues papá siempre estuvo trabajando y creo lo he convencido de que estoy bien y que cuando tenga un problema lo hablaré con él aunque no sea cierto, es muy incómodo para ambos cuando hablamos, así que él sabe que estoy bien y yo sé que él está bien.
Bueno, por lo menos no me golpea como a algunos hijos no deseados. Mamá era una drogadicta y papá la conoció en un bar de fiesta con sus amigos; por lo que papá ha platicado, él no quería estar ahí pero sus amigos habían pagado ya sus servicios así que no declinó la oferta y al final mamá me entregó a papá porque ella no podía conmigo y no quería cuidarme.
Llego a la escuela y busco rápido mi salón, me alivia ver que las clases aún no han empezado y busco un asiento. Los demás chicos no tardan mucho en empezar a molestarme, me lanzan cosas, me susurran groserías y me llaman bruja por mi vestimenta. ¿¡Qué diablos les importa?! ¡Es lo que a mí me gusta! Oh no, tanto estrés me provocará algo y ni siquiera puedo gritarles en su maldita cara que dejen de estereotizarme tan jodidamente infantil... Esa es la impotencia más grande que siento en toda mi vida.
Las clases pasan aburridas, maestros nuevos, clases simplemente tediosas y nada con lo que distraerme. Casi siempre lo paso con 6 y a papá eso no le molesta, así que estoy bien. La clase termina y mi siguiente clase no tarda en empezar, toca Inglés con el profesor... Gerard Way, pues nunca lo había escuchado antes.
Entro a la clase y busco una silla. Noto que alguien me mira y cuando investigo me doy cuenta de que es el maestro, sí, el maestro más joven que he visto en mi vida, no pasará de 30 y eso se nota. Tiene el cabello un poco largo color negro, ojos marrones que me miran fijamente y lleva un traje negro con una corbata roja de seda.
No le presto mucha atención y después de rato la clase empieza.
—Bueno, empezaré con mi nombre. Me llamo Gerard way y soy su maestro de Inglés, espero que nos llevemos muy bien en este año y que sean dedicados a la materia —dijo mirándolos a todos como si buscase a alguien.
