Su personalidad no tenía límites en la depresión, su mundo se venía abajo con cada día que pasaba... Sólo quedaba esperar a que un día todo eso acabara... O que alguien más llegara a su vida a salvarla.
***
-Sólo quería mantenerte feliz todo lo pos...
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Desperté e hice la rutina de todos los días. Desayuné silencio y miré en dirección al antiguo cuarto de Ray... Ufff. Él dice que me quiere conquistar a su manera aunque no estoy muy segura de eso, tal vez sólo debería ignorar todo y dejar que tenga que pasar lo que tenga que pasar.
Tomé mi mochila y mi celular para ir directamente a la escuela. 20 minutos después ya me encontraba buscando a Ray por todas partes, pero en ningún lado estaba. Escuché la campana sonar y sin más fui a mi respectivo salón.
(...)
La campana volvió a sonar, esta vez indicando recreo, pero a Ray no lo veía por ninguna parte, hasta que caí en cuenta de que no había venido a la escuela... ¿Estará mal? Ni siquiera me ha mandado un mensaje. Suspiro cansada mientras saco mi celular y comienzo a caminar hasta la cafetería. Y empiezo a escribir un mensaje para Ray...
—: ¿Estás bien? No viniste a la escuela hoy y no me has mandado mensaje, estoy preocupada por ti.
Terminé de escribir y antes de pulsar «Enviar» choqué con alguien.
—Diablos... Lo siento —murmuré y levanté la vista.
Mierda, era Gerard, esta maldita costumbre no me la quitaré nunca.
—Parece que estamos destinados a encontrarnos siempre —comentó.
Me quedé callada y terminé de enviar el mensaje, así ignorando completamente a Gerard, y comencé a caminar nuevamente pero él me tomó del brazo y me hizo voltear a mirarlo.
—Estoy aquí Lucy, soy real —murmuró sin soltar mi brazo—. Y te amo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón empezó a palpitar rápidamente.
—Por favor maestro, suélteme —susurré bajando la mirada.
Algunos alumnos pasaban a nuestro lado y esta escena era completamente extraña para los demás. Me soltó lentamente y yo en ese mismo momento quise echarme a correr, mas sin embargo no pude... Dios, aún lo amo también.
—No me quiero ir de tu lado otra vez Lucy, no me apartes de nuevo, por favor —dijo mirándome fijamente.
—No me llamo Lucy, ya no, mi nombre es Wendy Woodson.
Frunció el ceño y tomó disimuladamente mi mano para comenzar a acariciar suavemente mis nudillos.
—Lucy, ya no juegues porque lo que digo ahora es muy en serio —aseguró acercándose más a mí.
—No es un juego, cuando decidí dejar Nueva Jersey lo decía en serio, un nuevo lugar donde vivir, un nuevo lugar donde estudiar, nuevas personas, establecimientos, parques y otras tantas cosas más. Cambié mi nombre, el lugar donde vivía, las personas y los lugares que conocía y viajé a donde fuera necesario para alejarme de ese lugar —dije mientras levantaba la mirada para mirarlo seriamente—. Y bueno, yo también pensé que me iría incluso de país pero no fue así, aquí estoy en Nueva York y bueno, en realidad es muy genial todo este lugar... Pero nunca pensé que volvería a verte —comenté y en sus ojos pude ver la tristeza.
