Su personalidad no tenía límites en la depresión, su mundo se venía abajo con cada día que pasaba... Sólo quedaba esperar a que un día todo eso acabara... O que alguien más llegara a su vida a salvarla.
***
-Sólo quería mantenerte feliz todo lo pos...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Suspiré y entré al instituto con la mirada abajo, me sentía alguien diferente y no me gustaba para nada... Ufff, si tan sólo pudiera volver a casa a ponerme algo más... a mi gusto. Bueno, por lo menos la chaqueta y las botas me gustan, aunque creo que me quedan un poco grandes.
Entré a mi primera clase y noté cómo todos se me quedaban viendo, traté de ignorarlos a todos y seguí con la clase como si nada.
(...)
Giré a la derecha del pasillo y levanté la mirada, Gerard se encontraba a unos metros de mí mirándome con la boca abierta, bajé el rostro y me di media vuelta pero escuché sus rápidos pasos acercarse a mí.
—Espera, Lucy, espera un segundo —dijo un poco agitado y yo me paré súbitamente.
—Le pediría amablemente que no me llamara por mi nombre, profesor —comenté volteando a mirarlo algo irritada.
Frunció el ceño y suspiró mientras asentía.
—Señorita Anderson, que cambiada se ve —dijo y yo bajé la cabeza así jugando con mis dedos, nerviosa.
¿Acaso me veía tan mal? No lo sé, pero así me sentía ahora.
—No sé si se dio cuenta, profesor, pero la campana ya tocó y tengo clase —dije y comencé a caminar, pero él tomó mi brazo y me acercó peligrosamente a él.
—La clase que toca es conmigo y lo sabes.
Asentí mirándolo a los ojos y me permití un segundo para aspirar su varonil aroma ahora que estaba tan cerca de él. Mordí levemente mi labio y me solté de su agarre.
—Lo sé, planeaba saltármela de hecho —dije y ladeé la cabeza desafiante.
—¿Desde cuándo eres tan rebelde, Lucy? Oh, perdone usted... Señorita.
Arrugué el ceño irritada.
—¿Acaso estás en esos días? —preguntó para molestarme aún más y yo me enfadé.
—No eres mi tutor, no te importa.
—Soy tu profesor y acabas de decir que te saltarás mi clase... ¿Sabes lo mucho que me felicitará el director cuando le cuente sobre algo de esto? Yo creo que hasta me pasa con los mejores salones y así dejo de verte —dijo provocador y sentí mi pecho presionarse fuertemente ante sus palabras... Me había herido.
—Mejor, así no veré como te acuestas con cada compañera de la escuela y te comportas tan arrogante y engreído.
Sonrió satisfecho y comenzó a caminar hacia el salón de su clase. Yo lo seguí, pero no caminando a su lado, sino que esperé a que se alejara un poco y después comencé a caminar hacia donde él se dirigía.
Llegué hasta el salón y me senté en mi asiento sin mirar a nadie. Algunos chicos se susurraban entre ellos y me miraban con una “seductora” mirada, mientras yo me guardaba las ganas de sacarles el dedo y decirle mil y una groserías.
