🌹 Capítulo 26 🌹

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Lo miré a los ojos y nuevamente había en ellos una chispa lujuriosa

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Lo miré a los ojos y nuevamente había en ellos una chispa lujuriosa.

—Aléjate de mí Way, sé que sólo terminaré llorando si vuelvo a una de tus escenas de celos en la que me repites que te pertenezco, porque adivina qué, no es así y nunca lo será —dije soltándome de su agarre y comenzando a caminar a la salida.

Pero inesperadamente me levantó y me recostó sobre el vacío escritorio, haciéndome chillar de sorpresa y susto.

—Me perteneces —dijo recalcando fuertemente cada palabra y solté un gritillo de susto cuando sin previo aviso tomó mis piernas y las abrió ante él.

Suerte que traía pantalón y no otra cosa. Luché contra él pero lo único que gané fue que nuestras partes chocaran, ya que él estaba de pie mientras yo estaba acostada en el escritorio con las piernas abiertas delante de él. Solté un pequeño gemido y me senté rápidamente en el escritorio, aún así nuestros cuerpos quedaban juntos y él aprovechó eso para tomarme fuertemente de la cadera y pegarme aún mas a él.

—Así que estuviste de ramera con ese tipo —dijo y yo inmediatamente me ofendí y traté de alejarme de él, pero me fue imposible, me tenía fuertemente sujeta a su cuerpo. 

—¿No escuchaste lo que dijo el director? Le pedí un sostén a Frank porque al mío algo le sucedió y tuve que deshacerme de él —dije sosteniendo la mentira.

—¿En serio? Bueno, pues ahora veremos si es verdad que no traes sostén —dijo y comenzó a besar mi cuello.

Abrí los ojos como platos y traté de alejarme de él.

—¿Qué? ¿Ahora abusarás de mí? —dije molesta y él se detuvo.

Se acercó a mi oreja y suspiró cerca de mi cuello, lo que me hizo estremecerme.

—¿Acaso no te gusta ésto? —dijo y comenzó a hacer una leve vaivén rozando así nuestras intimidades.

Gemí y eché la cabeza hacia atrás, suspiré y comencé a seguirle el seductivo ritmo mientras él me abría aún más las piernas y me pegaba todavía más a él. Odiaba admitirlo, esto me estaba fascinando.

Se acercó a mi rostro y unió nuestros labios en un fugaz beso en el cual nuestras lenguas chocaban varias veces y nos mordíamos los labios de vez en cuando. Ambos nos separamos buscando así más oxígeno y un pequeño hilo de saliva quedó entre nosotros, aunque eso no nos importaba ahora, el movimiento que hacía ahí abajo sacaba la parte más excitante de mí y nada más me importaba.

Comenzó a hacer los movimientos aún más fuertes y más rápidos y yo ya no podía evitar soltar fuertes jadeos llenos de profunda excitación y deseo. Suspiré enredándome a su cintura y él empezó a masajear mis pechos por encima de la ropa. Gemí pero comencé a sentir un ligero malestar en mis costillas, y ahí fue cuando recordé los moretones, los golpes y lo peor... A Rebecca.

Alone... In The Dark (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora