🌹 Capítulo 42 🌹

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Lucy's POV

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Lucy's POV

Sentí un profundo vacío dentro de mí, mi corazón latía rápidamente hasta el punto que sentía que se iba a salir por mi garganta. Estaba completamente atemorizada.

—¿Q-Qué haces tú aquí? —le pregunté con voz temblorosa.

Ella se quedó callada sin despegarme la mirada. Sentí un pequeño mareo y me sostuve de la mesa.

—Quiero que te pudras en el infierno —murmuró sin soltar el arma de sus manos.

Cerré los ojos un segundo y mi estómago se revolvió.

—¡Lárgate de aquí! —le grité abriendo los ojos rápidamente.

Ella se acercó a mí y con un sólo movimiento me tomó del brazo y me inmovilizó contra la mesa en la que hace un rato me sostenía. Comencé a llorar sintiéndome impotente.

—¿Crees que eres el centro del universo? Sólo eres una persona patética, sin vida, aparentando ser especial en un mundo de mierda —dijo con dureza mientras hacía más fuerte su agarre.

Sollocé pero me quedé callada, me sentía en un estado de shock sin tener idea de qué hacer.

—¡No eres nada! —exclamó con coraje y pude sentir la pistola contra mi nuca.

Comencé a llorar con desesperación. Por Dios, tanto tiempo que pasé dedicando a tratar de destruir mi vida y ahora sentía algo verdadero, algo diferente... No quería morir.

—G-Gerard... —musité en un tonto intento de pedir auxilio.

—¡Cállate! —gritó y encajó más la pistola en mi piel, así haciéndome gemir fuertemente de dolor— ¡Te odio, maldita perra!

Su coraje estaba presente en todo momento, sin embargo no entendía por qué Rebecca se encontraba ahora en mi departamento, vestida completamente de negro y apuntándome con una pistola. 

Grité pidiendo ayuda pero ella dobló aún más mi brazo haciéndome sollozar una vez más. Suspiré con la pequeña valentía que tenía en estos momentos, tomé fuerzas de donde fuera posible y la aventé con fuerza hacia atrás, a pesar de ello no pude evitar lastimar gravemente mi brazo por el que me estaba sujetando, aterrándome por completo al escuchar un “Crack” en mi brazo, como si una rama se partiera a la mitad.

Gemí fuertemente del dolor y traté de mover mi brazo, aunque eso sólo hizo que me lastimara aún más. Ella se quedó lejos de mí pero sin ningún momento dejar de apuntarme con la pistola.

—¿P-Por qué me haces esto? —articulé aterrada y con la voz quebrada por el llanto.

—¡¿Cómo es posible que seas tan imbécil?! —gritó casi escupiéndome con verdadero coraje—. ¿Qué fue lo que él vio en ti que yo no tuviera?... ¡Soy inmensamente mejor que tú!

Alone... In The Dark (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora