Extraños.

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                                                                          Capítulo 06.



El silencio me aturdía. Mi respiración se agitó un poco, los nervios que sentía hacían que olvidara la ausencia de la luz. Jaebum se había golpeado, había gritado y luego solo se había sentado allí, frente a mí. Entrelazó sus manos, respiró hondo e ignoró mi presencia durante las últimas dos horas.

Tenía miedo de abrir la boca, no por lo que él fuese a decirme, o cual fuese su reacción, tenía miedo de volver a ser una estúpida. Pensé una y otra vez en cómo disculparme, y que pasara el tiempo me ponía aún más ansiosa. Me desesperaba.

Me rendí cuando mi reloj marcó las 9:32 pm. Una hora después de su confesión. Cerré los ojos y me abracé a un almohadón. 

Jinyoung besó mi frente. Hacía frío, demasiado. Salía de la escuela y aún sentía la espera en mi estómago. Por alguna razón, todo se veía un poco más hermoso. Los árboles, la fuente en el medio de la plaza central, las nubes negras aproximando una tormenta, los ojos de Jinyoung.

Le pregunté si el día laboral había sido tedioso, el solo me susurró que no me preocupara, acarició mi espalda y me pegó a su cuerpo. El frío no se detenía, cada vez era peor. Maldije a mi institución por obligarnos a usar faldas como uniforme, pero Jinyoung comentó que me veía sexy aún temblando y con los labios morados, entonces ya no me resultó tan malo.

Su celular sonaba, me molesté. Él revisó su pantalla táctil y tragó saliva. No respondió la llamada, tampoco respondió a mi pregunta. "¿Quién es?". Le pregunté muchas veces lo mismo, pero él insistió en cambiar de tema. 

Jinyoung se cansó de mi insistencia, me dedicó la peor mirada de odio que pudo expresar sus hermosos rasgos y me gritó. "Es mi novia, idiota, ¿creíste que eras la única?".

— ¡_____! ¡_____! —Solo me bastó oír mi nombre a gritos para entender lo que estaba pasando: Me había dormido, y había soñado con Jinyoung— ¿Estás bien? ¡Dios, niña! ¡no podía despertarte! —exclamó Jaebum mientras presionaba con fuerza mis hombros. Me acomodé y deslicé una mano sobre mi mejilla. Estaba llorando y Jaebum no dejaba de rogar una respuesta lógica—

— Lo siento mucho, no quise hablar de tu novia. —solté casi en un grito y estallé en llanto. Jaebum me quedó mirando perplejo. Sabía que estaba siendo dramática e inesperada, pero no podía parar aquella angustia. No había sentido tal dolor desde que tenía siete años y mi conejo había muerto. El dolor de una niña que no podía comprender la vida, no podía dejar ir a quien amaba, no podía entender la muerte y la desdicha de la pérdida temprana—

Jaebum no dijo nada. Rodeó mi cuello torpe e inseguro con su brazo y se acercó un poco a mí.  Pensé que jamás me había abrazado un extraño en toda mi vida, ni yo tampoco,  y que a decir verdad, no se sentía para nada mal. ¿Cómo un simple abrazo, un acercamiento a otro ser humano, podía calmar una angustia tan grande?. Me sentí avergonzada. Su novia había muerto y él estaba consolándome a mí. Él tenía razón, yo era una niña.  Pensé en cuanto tiempo estuve abrazada a mi madre por la muerte de mi mascota, pensé en si Jaebum había tenido a alguien que lo abrazara y apaciguara el dolor que había sufrido. 

Entonces lo abracé yo, con más fuerza. No lo volvería a hacer, pero todas mis intenciones eran hacer sentirlo mejor, hacerle sentir mis disculpas por haber sido tan brutal con aquella pregunta. Quería ser la extraña que lo consolara, como él a mí.

Cuando la luz volvió, Jaebum y yo, no nos miramos a los ojos en ningún momento. Ambos tomamos nuestras respectivas direcciones hacia los cuartos y pretendimos olvidar lo que había sucedido. 

Antes de dormirme, pensé en el abrazo, pensé en el sueño y volví a recordar a Jinyoung. Él me había dejado, pero no podía ni siquiera pensar en la posibilidad de ser yo quien lo dejara ir.

— ¿Por qué están tan callados? —preguntó Youngjae mientras mordía una tostada quemada. Jaebum estaba sentado frente a mí, el sol pegaba en su espalda mientras leía el periódico de la fecha. Yo jugueteaba pasando el dedo sobre el borde de mi taza de café. Ninguno respondió. A mi se me había desvanecido la melancolía de la noche anterior y sólo podía sentir rechazo al recuerdo de Jaebum abrazándome, o peor aún, yo abrazándolo, y yo siento una estúpida preguntando cosas que no tendrían que interesarme.— ¿Qué tienen? ¿discutieron?

— _____, ¿por qué juegas con tu café? —me preguntó Jaebum. Alcé la mirada. Para mi sorpresa, ya no había ningún rastro de la expresión que había conocido anoche, ahora sólo me miraba como siempre, diciendo "soy un adulto viviendo con una adolescente básica y descerebrada" con los ojos. Me alegré, eso quería decir que había dejado pasar lo de su novia y permitía que continuara con mi objetivo.  Aunque planeaba ser más delicada de ahora en más—

— ¿Por qué lees el periódico? ¿tienes 60? —Jaebum apoyó el papel sobre la mesa y arqueó una ceja—

— Youngjae, ¿tú no lees el periódico? —mi hermano curvó sus labios— ¿no?

— Hermano, no te ofendas, pero puedes prender la televisión y enterarte más rápido sobre todo, o tal vez abrir tu buscador en el móvil y encontrarte con las noticias más relevantes del día —sonreí y por primera vez llevé la taza de café a mi boca, victoriosa, como si el sorbo de café significara un especie de premio, o quizás, su actitud me liberaba de la culpa que sentía, de modo que por primera vez podía disfrutar de mi infusión favorita— 

— Eres patético. Nada podrá reemplazar al periódico. Tiene que ver con la costumbre y la cultura. 

— ¿Ahora dirás que la tecnología arruinó a la sociedad y los jóvenes ya no somos lo que eran antes? Me estás asustando. ¿No serás un viajero del tiempo o tal vez... la reencarnación de algún anciano prehistórico? —ataqué. Youngjae giró sus ojos como si ya conociera la respuesta del inquilino, el cual carraspeó y me miró fijo—

— Al fin pruebas tu café. La verdad, creí que no lo soportarías, dejar el chocolate caliente con cereales con forma de osos tan rápido, eres muy valiente. —apreté mis dientes. Al parecer el imbécil también había estado revisando mis cajas en la alacena vieja—

— Esta mañana he despertado con un terrible dolor de cabeza y tu exceso de perfume me ha provocado náuseas, por eso no he podido probar mis cereales. ¿De verdad piensas lograr algo con semejante aroma asqueroso? 

— Por por Dios, ambos, ¡son insoportables! Me iré a trabajar. Tú a la escuela, ya. —exclamó mi hermano arrastrando mi silla hacia atrás—

— ¡No tengo clases temprano! Iré de tarde. Ve a trabajar, sé lo que tengo que hacer —reproché—

— ¿Me viste cara de idiota? Sé que cambiaron la clase de educación física, desde que...

— ¡¿Qué?! ¿educación física? ¿antes tenías las clases por las tardes? — gritó Jaebum levantándose de la mesa.  Mi hermano y yo los acercamos, eso hacíamos cuando algo nos sorprendía, acercarnos, como si tuviéramos una especie de conexión precaria que ni siquiera notábamos antes de cada hecho parecido— ¿R- Reuerdas  de lo que...

— ¡Ya sé!  Ten paciencia. —habló mi hermano entusiasmado, palmeó la espalda de Jaebum, besó mi cabeza y salió de la casa.  Jaebum se quedó mirando al suelo, inmóvil— 

— Okey, me iré. Ya he pasado suficiente tiempo contigo, anciano. —dije, tomé mi bolso, mi celular y Jaebum me siguió—

Miré la pantalla del móvil, 7:45 AM. La clase empezaba a las 8:00 AM. 

— Qué extraño, juraría que tenía a Jin... otro fondo. —susurré. Jaebum me empujó justo en la puerta y me quitó el celular de las manos—

— Este es el mío, tonta. —se quejó. ¿Acababa de llamarme tonta?— Oye, ¿que sucede contigo ahora?

— Seré tu profesor de educación física. ¿Sabes cuánto estoy odiando a mi padre?

— ¿Qué... mi qué? ¿tu padre?

— ¡Qué importa! ¡llega temprano a mi clase, no tendré compasión porque vivas conmigo! —Jaebum abrió la puerta y se marchó. ¿Mi profesor? ¿el no... es modelo? Espera, ¿mi profesor? —

Yo quise el fin, y había más  (Jaebum y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora