Capítulo 26: Mi querida hija

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[Sin editar]




Abro los ojos con cuidado, encontrándome con los rayos del sol entrando por mi ventana. En cuanto me dirigo al baño y veo mi rostro hago una mueca al notar mis ojeras. Ayer me dormí cerca de las cuatro de la madrugada.
Me meto a la ducha de agua tibia, y dejo que esta me envuelva por completo. Luego de unos minutos, salgo y me pongo mi ropa. Cuando estoy lista bajo las escaleras. Me encuentro con mi madre y ese hombre desayunando.
Aún puedo notar cierta tristeza en el rostro mamá.

—Melisa —se levanta, en cuanto me ve—. ¿Cómo estás?

—Bien —emito, suavemente. Mi vista se fija en el hombre que se encuentra mirándome algo apenado.

—Él es Daniel —lo presenta. Puedo notar cierto nerviosismo en su voz.

Él se levanta de la silla y se acerca donde yo estoy.

—Es un gusto conocerte, Melisa —me sonríe un poco, también puedo notar cierto grado de nerviosismo—. Tenía ganas de conocerte.

Me quedo mirándolo un segundo. A simple vista, se ve un hombre educado.

—El gusto es mío.

Estrecha ligeramente mi mano y le sonrío de la mejor manera que puedo. Aunque con los chicos ahora tenga más confianza, eso no quita mi miedo a los hombres desconocidos.

Como un poco de cereal mientras ellos hablan sobre algunos temas que no presto atención. Recibo un mensaje de Alex saludando y aproveché para contarle sobre lo que pasó. Me dió sus condolencias y me hizo saber que cualquier cosa contaba con ellos.
Arreglé algunas cosas que llevaría en una pequeña maleta y en un par de minutos escucho el ruido de un auto afuera. Me asomé por la ventana y sonreí levemente al ver a Matt bajarse de su auto.

Abro la puerta principal y vuelvo a sonreír al verlo.

—Gracias por estar aquí —le digo susurrando. De verdad agradezco poder tenerlo conmigo en un momento como este.

—No me lo agradezcas —me dice, sonriendo.

Le doy espacio para que entre y en unos segundos aparece mi mamá y Daniel con sus bolsos. Luego de que se saludan, terminamos de arreglar algunas cosas y salimos de la casa.

—¿Cómo nos vamos? —cuestiona, Daniel.

—Tu y yo nos vamos en tu auto y Melisa con Matthew en el otro —propone mi mamá.

Pasar horas a solas con Matt ya no es mi mayor preocupación.
En cuanto subimos todo a los autos, Matt comenzó a manejar en dirección a Barcelona. No hablamos de mucho, pero de vez en cuando me preguntó como me sentía. Se detuvo a ponerle gasolina al auto y aunque insistí en ayudarlo a pagar se negó diciéndome “Tranquila, todo está bien”.
Pasé casi el mayor tiempo del viaje pensando en mi padre. Aún siento esa punzada en el pecho y sigo sin derramar una sola lágrima, siento como si estuviera viviendo una pesadilla.
Después de varias horas de viaje llegamos a la ciudad. Recibo una llamada de mi mamá donde me dió el nombre del hotel en el que nos quedaríamos. Se lo dije a Matt y alrededor de quince minutos ya estabamos caminando a la puerta de la entrada del hotel.

—¿Qué tal el viaje? —nos pregunta mi mamá en cuanto estamos frente a ellos.

—Bien, cansado pero bien —le respondo,y ella asiente, sonriendo con tristeza.

—Pedí dos habitaciones grandes —nos informa Daniel, llegando junto a nosotros—. Tienen dos camas cada una. Una es para ustedes —me apunta a mi y a Matt—. Y la otra es para nosotros.

Lo miro algo sorprendida pero decidí guardar silencio, al menos serían dos camas diferentes.

—Está bien —digo en un susurro. «Mi voz a estado así mucho hoy»

My Girl-Boy. [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora