Capítulo 31: ¡No te acerques!

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Verla llorar es siempre una extraña sensación, como si mi corazón se rompiera. Una persona como ella no merece derramar ninguna lágrima por sufrimiento propio.

—Vamos, tienes que descansar —le digo, luego de unos cuantos minutos.

Lo tomo la mano y la guío hacia la salida de la universidad. Puede sentir algunas miradas sobre nosotros, pero solo lo ignoré. En este momento, mi preocupación es ella.

—No quiero ir a mi casa, mi mamá me va a agobiar con preguntas —dice, cuando estamos en mi auto. Enciendo el motor y la observo unos segundos.

—Entonces vamos a mi departamento.

Ella asiente con su cabeza. El resto del camino hasta mi departamento es silencioso. Al llegar, subimos hacia mi piso, abro la puerta y la dejo pasar a ella primero. Le indico el sillón y cuando nos sentamos, nos sentamos me quedo mirandola fijamente. Me gusta mirarla.

—¿Notaste que varias personas nos vieron de la mano? —me pregunta, con la mirada baja.

Odio verla así

—Sí, no me importa —le digo, y levanto los hombros.

—Estoy vestida como un chico.

—Lo sé.

—¿No te importa que piensen que te gustan los hombres?

— No si se “hombre” —hago comillas con mis dedos—. Eres tú.

Ella me sonríe.

—Tengo hambre —digo, y me levanto del sillón—. ¿Qué te parece si pedimos algo de comida?

—Yo puedo cocinar algo —sigue mis pasos, y se quita su gorra.

—Sí, eso seria genial pero... —toco mi cabeza, recordando— No tengo nada para cocinar.

—¿Nada? —eleva una ceja, y suelta una risita.

—No tiene caso. No sé hacerlo, ¿Para que voy a comprar? —giro los ojos.

—Te dije que yo iba cocinarte algo un día, para la próxima vez espero que tengas algo —me dice, sonriendo.

«Me encanta saber pude cambiar sus lágrimas por una sonrisa».

—Para la próxima voy a tener algo. ¿Pido sushi? —digo, y ella asiente con su cabeza.

Busco mi celular, y marco un número, luego de pedir mi orden, lo dejo sobre una mueble.

—¿Qué asunto tenías que resolver en tu empresa? —cuestiona sentada desde el sillón. Me acerco y me ubico frente a ella.

—Mi papá me enseñó unas cosas que tengo que manejar. Ya queda poco más de un mes para que termine de estudiar y debo empezar a manejar yo la empresa —le digo, sonriendo.

—Oh, es verdad —susurra, y se queda unos segundos en silencio—. Ya no van a estar en la universidad.

—No, pero eso no significa que me alejaré de ti —le digo, ella me sonríe y puedo ver un ligero color rojo sobre sus mejillas. Ese gesto me parece adorable.

—Serás un empresario, eso es genial.—comenta, con una sonrisa.

—Aún siento que tengo mucho que aprender. Necesito trabajar mucho para no defraudar la confianza que mi padre puso en mí.

Sé que esto puede sonar como el típico caso dónde obligan al hijo a seguir los pasos de su padre, pero no es así, mi padre siempre me dió la posibilidad de elegir lo que yo quisiera, y elegí seguir sus pasos.

My Girl-Boy. [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora