Capítulo 38: Este es solo el inicio.

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[Sin editar]





Puedo sentir como todo mi cuerpo tiembla a medida que nuestros pasos se acercan a la comisaria. Levanto la vista frente al lugar que probablemente cambie mi vida para siempre. «Sé que debo ser fuerte, sé que todos estos meses preparándonos no serán en vano, no puedo salir corriendo ahora, debo ser valiente.»
Observo el rostro de mi mamá, permanece inerte, mientras que junto a ella, Leticia se ve algo nerviosa. Miro la pantalla de mi celular por última vez; un mensaje de Dylan aconsejandome que no tenga miedo, otro de Emma junto con un saludo de Alex diciéndome que en cuanto termine de hacer la denuncia, le avise, y por último, uno de Michael dándome todo su apoyo. Por un momento me decepciono al no recibir un mensaje de él pero, ¿Qué espero después de que le dije que lo mejor era alejarse de mí? Tampoco va a rogarme toda la vida.

—¿Lista, cariño? —susurra mamá cuando estamos en la puerta de la comisaría, a solo unos pasos de hacer la denuncia.

Agacho la mirada. «No estoy lista, no estoy lista, no estoy lista».

—Vamos, mi niña. —me alienta Leticia con una sonrisa.

Respiro profundo como un intento de calmarme, repeto varias veces el mismo acto para evitar que mis nervios se descontrolen. Estoy dispuesta a levantar la cabeza para seguir caminando, cuando un nuevo mensaje en mi celular me distrae. Siento como el corazón se me acelera cuando veo su nombre en la pantalla, sonrío ligeramente al leer sus palabras.

“Este es solo inicio, sé que tú puedes llegar hasta el final”

Respiro nuevamente, pero esta vez con un nudo menos en el pecho. Quisiera que él estuviera conmigo, pero al menos sé que está apoyándome.

—Vamos —hablo finalmente.

Ambas me sonrien y juntas estramos al lugar. Hay un pasillo estrecho, donde al final se encuentra un mesón con dos policías sumergidos en las computadoras que están frente a ellos. No dudo en acercarme, uno de ellos me mira al instante, su aspecto físico muestra una edad aproximada a los cuarenta y cinco años.

—¿En que puedo ayudarla, señorita? —habla en un tono de voz formal. Aclaro un poco mi garganta para que las palabras me salgan bien.

—Vengo para hacer una denuncia —le digo finalmente.

—Por supuesto, ¿Cuál es su nombre completo?

—Melisa Abigail Wells Salamanca.

—Bien, acompáñeme por aquí señorita Wells —se levanta del mesón después de teclear algunas cosas y me indica hacia otro pasillo. Le doy una rápida mirada a mi mamá que está junto a Leticia, y luego lo sigo por el pasillo lleno de puertas con etiquetas que muestran nombres y cargos. Entramos a una oficina de tamaño pequeño. El policía se sienta frente al escritorio y de inmediato sigue tecleando su computadora—. Siéntese, por favor.

Me siento frente a él y nuevamente vuelvo a emplear mi respiración profunda. Trato de quitarme cualquier pensamiento negativo de mi mente. Al cabo de unos minutos, el policía despega su vista de la pantalla y me observa.

—Día, dieciséis de diciembre del año dos mil diecisiete —habla en voz alta mientras tecleaba—. Nombre, Melisa Wells Salamanca, ¿Edad?

—Veintiún años.

—Muy bien —asiemte con la cabeza tecleando el computador—. Cuénteme su denuncia.

—Se trata de... —mi voz se escucha temblorosa mientras mi respiración va entrecortada, puedo sentir los latidos apresurados de mi corazón—. Un caso de abuso.

Comienzo a arrastrar mis palabras mientras le explico que se trata de algo que fue hace casi diez años, para mi sorpresa, él en ningún momento me dice algo negativo, solo sigue escribiendo. Me pide el nombre de ese hombre, y al pronunciarlo, siento nuevamente un nudo en mi pecho, parece imposible de creer que él es padre de Dylan.

My Girl-Boy. [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora