POV. Castillo de los Camberleck
Un hombre de grandes ojos verdes cuyos rasgos eran duros y frío, se encontraba mirando por un gran ventanal. Por ese lugar podía verse a su querida mujer, su pétalo de rosa, su bruja, su alma gemela.
Tocando una suave melodía sobre un viejo piano, la miraba con todo el amor que podía habitar en él, sus largos dedos finos tocaban suavemente su mandíbula mientras una pequeña sonrisa se instalaba en su rostro.
Le encantaba ver a su mujer tocando aquella canción, la podía recordar a la perfección cuando la conoció en un baile de bienvenida en el Reino.
Llevaba un gran vestido rojo de cóctel, sabía que desde que la vio tan encantadora y seductora sería suya, una gran fuerza lo atraía hacía ella; su frialdad y crueldad lo cautivó desde el primer momento, pero conforme fueron pasando los años fue conociendo su parte buena, llena de vida que habitaba dentro de su corazón.
Ellos siempre supieron que eran almas gemelas, lo intuían, lo sentían; vivieron miles de cosas juntos a lo largo de los siglos.
Y cada día se enamoraban aún más.
Esa mujer llena de alegría se apagó a lo largo de los años, se dispersó la llama de la esperanza que alguna vez estuvo dentro de ella.
Ahora pasabas las horas tocando melodías tristes, pero sobre todo una sola lograba llamar su suma atención.
Siempre había dicho que su voz era la dulce melodía más maravillosa del mundo, su canto lograba traer vida a su existencia, le daba fortaleza para el día a día.
Cada mañana era encantadora, tenía una hermosa hija y su más preciado tesoro; su mujer.
Pero había algo en su interior que no lo dejaba tranquilizarse; sentía que algo no estaba bien, pero siempre lograba desechar sus pensamientos, ignorandolos.
Cada vez que intentaba descansar soñaba con el rostro no visible de una joven, pero al acercarse la susodicha se alejaba y desaparecía, dejándolo confundido.
Sus pensamientos divagan a su último sueño la noche anterior, había soñado con su esposa e hija, nuevamente se encontraba la chica frente a ellos, esta vez su rostro se notaba un poco más claro.
No dudó en distinguir su cabellera rubia y sus grandes ojos grises, pero no podía ver más allá.
Ésta vez algo cambió, logró escuchar audiblemente su voz, era realmente dulce y al sentirla algo en su interior quemó.
-No puede ser.
Esas tres simples palabras lograron llenarlos de confusión, en toda la mañana no había parado de pensar en ello.
-¿Por qué soñaba con esa joven?
Cada noche la encontraba en sus sueños, en diferentes lugares, en su palacio, en el pueblo, entre otros.
Un leve sonido hizo que saliera de su estado de trance para centrar toda su atención en su bella dama, que se encontraba entrando a la pequeña sala donde él se encontraba.
Al verla inmediatamente sonrió, le encantaba la sonrisa de su mujer, sus ojos grises eran su debilidad; al mirarla el mundo a su alrededor se detenía por un momento determinado y solo eran ellos dos.
-¿En que tanto piensas, mi majestad?- susurró en mi oído, ocasionando que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, sonrió ante lo sucedido.
La abracé más a mí mientras deposita un suave beso sobre su cabellera.
-Mi querida Cassandra- susurré sonriendo- pensaba en lo mucho que te amo- comenté mirándola a los ojos.
******
POV Alice.
Abrí mis párpados desorientada, todo mi cuerpo dolía y ni que hablar de mi cabeza, un suspiro se escapó de mis labios mientras caminaba hacía el baño para darme una pequeña ducha, mi vestimenta constaba de un short negro, un top de color gris y zapatos altos.
Siempre me había gustado vestirme de colores opacos, no me agradaban los colores vivos, muy pocas veces los utilizaba.
Mi armario constaba de ropa solamente negra, azul y rojo mate, y ningún otro color. Mis amigos cuando veían mi armario solían sorprenderse, pero con el paso del tiempo fueron acostumbrándose.
Observo mi rostro frente al espejo del baño, mi piel se notaba más pálida, mis ojos estaban más oscuros de lo normal, aquel gris fue reemplazado por un color casi negro, lo que logró sorprenderme un poco ya que mis ojos normalmente solían ser claros.
El recuerdo de lo acontecido la noche anterior regresaba a mi mente mientras el agua se deslizaba por mi cuerpo desde lo ocurrido con mis amigos, el fuego saliendo de mis manos.
Quizás un desconocido pensaría que estaría loca al pensar en esto, pero había sucedido y por más que pensará que fueron imaginaciones mías lamentablemente no era así.
Miré un instante mis manos que se encontraban mojadas a causa del agua de la ducha, no encontraba ningún rasguño, estaban perfectamente sanas.
Aún recordaba a la perfección la conversación con la joven, quien me confesó quién era ella.
-¿Y si todo lo que dijo se estaba cumpliendo?- tallé mis manos sobre mi cuello.
-¿Y si la luna roja estaba cerca?- volví a repetir sintiendo mi pulso acelerarse ante tales preguntas.
-¿Qué sucedería conmigo?
Esa era la pregunta que estuvo rondando por mi mente toda la noche.
Estaba completamente segura que había soñado con los reyes y la gran temida princesa, el hecho de pensar en ella hacía que una gran carga de enfado me recorriera todo el cuerpo.
Entendía que debía prepararme, porque lo que me estaba sucediendo era solamente el principio de una larga espera.
Contra mis enemigos o contra aquel demonio transformado en princesa.
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La Elegida
Vampire«Eres nuestra reina» «El momento está llegando» Susurros y pesadillas constantemente, me mantenían confundida y asustada. Sabía que algo se avecina, pero algo muy malo. «Nuestro futuro está en tus manos» «Ya es la hora mi niña» «No tengas miedo...