POV. Alexander Vincent.
-¿Qué sucedería si tu alma gemela estuviera frente a ti, pero no lo sabes, lo sientes y ese sentimiento es tan confuso, tan adictivo que hipnotiza tus sentidos?- pregunté en mi interior.
Algo en esa joven lograba captar mi completa atención, hipnotizando mis sentidos ante sus ojos.
-¿Qué sucedería al acoplarse dos almas gemelas, sintiéndose la una a la otra?
Su mirada expresaba misterio, tan oscura, intimidante. Esperando a su presa para cazarla de un solo bocado.
Cuanto deseaba ser su presa.
Sus ojos brillantes ante la preciosa Luna, creando una perfecta sincronía entre el color gris perla, formando una perfecta obra de arte. En donde su presencia era partícipe, creando el paraíso en sus ojos, delirante ante mi mirada, sucumbiendo mis sentidos sobre su perfecto cuerpo, dejándome a la deriva entre las curvas de sus labios al sonreír.
-Oh preciosa Luna, perdonadme, ¿No era una perfecta obra de arte?
Peligro, misterio, protección, frialdad, lo que emanaba su presencia, tentando tus sentidos, incitando a cometer los más atroces pecados entre su cuerpo, convirtiéndose en tu adicción, malditamente adictiva.
-Oh preciosa Luna, dadme fuerzas ante mis pecados.
Mis sueños se veían afectados por una joven, pero su rostro no era visible ante mis ojos, parecía esconderse negándose a que la encontrara.
-¿Por qué te escondes, dulce dama?- le pregunté al verla desaparecer.
***********
POV. Alice Camberleck.La cena transcurría en silencio, un aura agradable se instalaba alrededor de cada uno de los presentes, podía percibir pequeños murmullos que provenían de los niños que se encontraban junto a sus seres queridos, felices por el momento agradable en donde el sufrimiento no se encontraba.
¿Cuánto sufrimiento podría guardar una persona?
-¿Cuánto tiempo estará posada la luna sobre el cielo?- alcé mi voz.
-Un mes estará posada sobre el cielo- respondió Alexander.
-¿Cuánto tiempo te quedaras aquí?- la voz de una pequeña niña se escuchó creando pequeños ecos a mi alrededor, la observé, encontrándome con la niña que había sanado.
-El tiempo que sea necesario, cariño- sonreí observando como su rostro adopta un color carmesí.
-¿El tiempo que sea necesario?- preguntó Alison, brevemente enfadada.
-El tiempo que sea necesario, querida- volví a repetir frustrada, sus ojos eran amenazantes pero no causaban nada en mí.
-No puedes quedarte en este lugar- alzó su voz, creando un silencio expectante a nuestro alrededor.
-Tú no decides donde puedo quedarme- respondí con voz ronca- absolutamente nadie ¿Me has entendido?- gruñí haciendo vibrar levemente la enorme mesa bajo mis brazos.
Pude comprender un leve asentimiento en su rostro, sonreí orgullosa al haberla intimidado.
-Cuidado, princesa...- susurraron en lo más profundo de mi interior.
-No permitiré que le hables de esta manera a mi hija- se oyó la voz del rey, sorprendiendome- te obligo a ofrecerle una disculpas- sentenció.
Reí incredula.
-Alice- susurraron en mi interior, intentando tranquilizarme.
-No tienes el derecho a obligarme a absolutamente nada- alcé la voz, feroz.
-Soy el Rey- rugió.
-¡Y yo soy la princesa!- grité levantándome de mi asiento, sorprendiendo a todos los presentes, al igual que a mi.
-¡¿Qué has hecho?!- resonó en mi interior la voz asustada de Mercy.
-¿Qué has dicho?- murmuró Cassandra, abrumada.
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La Elegida
Vampiros«Eres nuestra reina» «El momento está llegando» Susurros y pesadillas constantemente, me mantenían confundida y asustada. Sabía que algo se avecina, pero algo muy malo. «Nuestro futuro está en tus manos» «Ya es la hora mi niña» «No tengas miedo...