Capitulo 21

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El agua caía fuertemente sobre mí, ocasionando una tranquilidad absoluta en todo mi cuerpo, mis músculos se contraen ante la temperatura elevada.

-Tienes miedo del fuego pero no de quemarte viva mientras te bañas, querida- ríeron.

Eché mi cuello hacia atrás levemente dejando que el agua recorriera mi rostro, tranquilizandome.

Mi mente divagaba por diferentes pensamientos por todo lo acontecido.

Unos segundos más tarde una extraña canción vino a mi mente, su melodía era tan triste pero a la vez alegre.

No recordaba dónde la había escuchado, solamente comencé a tararearla.

Todas las noches comenzaba a cantar, no sabía el porqué, pero estaba allí en un lugar oculto en mi mente para al caer la noche salir de allí.

Su significado era desconocido para mí, aunque su melodía notaba ser antigua.

Hoy no tenía clases ya que los fines de semana la universidad cerraba, por lo cual no sabía qué hacer en todo el día, normalmente solíamos juntarnos con los chicos en alguna casa de nosotros.

Pero presentía que no nos veríamos esta vez.

Una parte de mi se entristecía al pensarlo, el hecho de distanciarnos de personas que han estado en nuestras vidas mucho tiempo, es completamente doloroso.

Temía hacerles daño, el hecho de pensar en ello lograba que me tensara rápidamente.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no me di cuenta de cuánto tiempo llevaba bajo la ducha, rápidamente cerré las llaves de esta para luego rodear con una toalla mi cuerpo.

Vestí mi cuerpo con short negro en conjunto de una blusa roja y zapatos, llevé mis manos hacia mi pelo en busca de esparcir el agua, pero no fue necesario porque se encontraba completamente seco.

Fijé mi mirada frente al espejo y comprobé nuevamente que no era producto de mi imaginación.

-No puede ser- susurré audiblemente mientras dirigía mis pasos hacia la habitación.

Todos estos cambios causaban nervios en mi interior.

Primero mi aspecto, luego aquel grito aterrador, después el fuego de mis mano, cabe aclarar el extraño sueño.

-¿Qué seguía?- pregunté en alto.

-Nuestra frase favorita- rieron nuevamente.

-Jamás preguntes eso, princesa- susurraron con suavidad.

Esa era la pregunta que lograba inquietarme más de lo normal.

-¿A quien buscaría?

Esa pregunta me la hacía una y otra vez mientras bajaba las escaleras dirigiéndome hacia la cocina en busca de comida.

Mis pasos eran lentos, mi cuerpo aún dolía, pero solo un poco.

No me encontraba con ganas de salir así que intuía que me quedaría todo el día en casa.

Un extraño sentimiento apareció en mi pecho causando que mi vello se eriza al sentir el aura pesada a mí alrededor, mis ojos visualizaron cada rincón de mi casa, nada parecía estar mal.

Caminé con cautela hacia la cocina, provocando que mi cuerpo se sobresaltara al encontrar una mujer a espaldas a mí.

Mis sentidos se pusieron alerta, preparados para cualquier sorpresa.

Me acerqué a esta lentamente, intentando verle su rostro.

-¿Qué haces en mi casa?- le pregunté de manera fría.

La intrusa rió fuertemente mientras giraba hacía mí.

Mi sorpresa fue más grande al encontrarme con el rostro de Mercy frente a mí.

Mi mano subía hacía mi pecho rápidamente intentando apaciguar mi respiración.

Fruncí el ceño enfadada

- ¿Cómo demonios entraste?- pregunté sobresaltada.

-Entrar a tu casa sin hacer ruido es más fácil de lo que piensas querida- respondió riendo levemente.

-Casi me matas del susto- respondí alterada- ¿Estás loca?-pregunté pasando por su lado para servirme café.

-Tu desayuno ya está listo querida- giré mis pasos encontrándome con un plato lleno de comida- y respondiendo a tu pregunta, muchas veces me lo han dicho- respondió.

No podía articular ninguna palabra asombrada con lo que veía.

Nunca había visto nada como esto.

Giré mi rostro aún sorprendida mirándola a ella, desconcertada.

-Anda, come que tenemos que salir- me apresuró con una leve sonrisa.

-¿Donde iremos?- pregunté con interés.

-Ya lo veras pequeña, mientras tanto come que tienes que alimentarte.

No dije nada solamente sonreí agradeciéndole.

Entusiasmada probé un bocado de comida, su sabor era delicioso.

Gemí cerrando los ojos, dejándome llevar por el exquisito sabor.

-Esto está delicioso- intenté hablar.

-No hables con la boca llena- me reprochó golpeando suavemente mi espalda

-Lo siento- respondí esta vez sin ningún rastro de comida.

Pasaron unos minutos y había terminado de comer absolutamente todo, estaba un poco sorprendida de lo rápido que había acabado todo.

Sentía su mirada sobre mí.

Giré mi rostro para encontrarla mirándome sorprendida.

-Vaya si que estaba delicioso..

-Debemos irnos- habló rápidamente.

-¿Puedo saber a dónde iremos?

-Ya lo veras- me guiñó mientras dejaba el plato en el fregadero.

-Espera que me cambio de ropa- avisé.

-No hace falta que te cambies, así estas bien, además allí tendrás ropa comoda para ponerte- respondió con simpleza.

-¿Allí?- pregunté mirándola sorprendida.

Asintió sonriente.

-Así es- afirmó caminando hacia la puerta.

Solté un suspiró mientras la seguía por detrás.

********


Nos encontrábamos en un auto rumbo a un lugar desconocido, hacía un buen rato habíamos dejado atrás la ciudad y ahora nos encontrábamos en un lugar casi desierto, repleto de naturaleza a su alrededor.

La naturaleza me agradaba, siempre intentaba encontrar un lugar en donde no habitara absolutamente nadie, un lugar tranquilo, mágico, en donde pueda estar sin ningún problema. Donde tus problemas no existan, y tu mente se despeje de todo lo que le haga daño.

Solté un un suspiro cansado, giré mi rostro hacía Mercy quien se encontraba absorta en el camino.

Al sentir mi mirada sobre ella volteó rápidamente su rostro para mirarme.

-¿No me dirás hacía dónde nos dirigimos verdad?- pregunté irritada de tanto misterio.

Negó con la cabeza mientras reía.

-Eres demasiado curiosa. ¿Te lo han dicho?- preguntó.

Rodé los ojos por su pregunta.

-No, nunca- resoplé volviendo mi mirada hacía la ventana para centrarme en el camino.

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora