Capitulo 49 (Parte 2/10)

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El cielo estaba cubierto por un color rojizo, tan oscuro como la sangre.

Las nubes adoptan una forma realmente extraña, se acoplaban una a otras ante la llegada de la gran Luna, podía percibir un extraño destello de luz entre ellas.

-Esto es sorprendente- murmuré asombrada mientras comenzaba a salir del coche- ¿Qué me sucederá al posarse sobre el cielo?- pregunté concentrada sobre aquélla belleza reflejada sobre el cielo.

-Comenzarás a cambiar- aseguró- tus poderes se incrementarán y serás aún más poderosa- finalizó sonriendo.

-¿Comenzaré a cambiar?- pregunté nuevamente.

-Podrás cambiar de rasgos- la miré sin comprender- tu rostro cambiará, no será el rostro de Alice- explicó- podrás transformar tu cuerpo en el de otra persona- finalizó.

-¿Dónde iremos?- murmuré observando mi alrededor en busca de algún lugar donde dirigirnos.

-Debes seguirnos- avisó- no se encuentra tan lejos- apresuró sus pasos,

¿Sucedería de verdad lo que había visto?

El suelo bajo mis pies comenzaba a tornarse aún más verde, oscureciendo cada lugar donde pisara, transformando la hierba en un color más oscuro.

-¿En verdad soy tan parecida a mi madre?

-Sí, Alice- respondió- tienes un gran parecido a ella- sonrió.

Un leve sentimiento de calor se instaló en mi pecho, curvando una leve sonrisa sobre mis labios.

-Debes recordar controlarte al estar frente a tus padres- avisó- tendrás que ser fuerte, princesa- asentí sin que pudiera verme.

-¿Cuánto falta?- pregunté al llevar algunos minutos caminando sin encontrar ningún lugar.

-Ya hemos llegado- respondió, sorprendiendonos junto a Ethan.

Observé a mi alrededor..

-¿Qué?- murmuré sin escuchar alguna respuesta de su parte.

Observé cómo avanzaba unos pasos para luego murmurar algunas palabras en latín, alzó su mano suavemente para crear un arco invisible, haciendo que de su mano comenzara a salir una luz brillante, cegando todo nuestro alrededor.

Retrocedí algunos pasos lentamente ante la sorpresa, detrás de la espesa luz comenzaba a hacerse presente una gran estructura, gigantesca.

Frente a nosotros se encontraba el Palacio, mi pecho comenzó a arder rápidamente sacándome de mi trace.

-¿Cómo puede ser posible?- murmuró Ethan a mi lado, su rostro reflejaba sorpresa.

-La magia es posible- respondí observando el lugar a tan solo unos metros de mí.

-Es hora, princesa- contestó Mercy, asentí mirándola, comenzando a caminar hacia las puertas.

Mis ojos comenzaron a entre cerrarse intentando acoplar el dolor, mis manos temblaban sin razón.

Dirigí mi mirada a estas observando cómo comenzaban a emitir una luz claramente brillante, esta recorría mis brazos hasta las demás extremidades de mi cuerpo, envolviendome dentro de ella.

Mi cuerpo se estaba transformando, sentía como mi rostro cambiaba al igual que mi cuerpo, sentía como mis poderes se incrementaban, creando ecos en mi interior.

-Es hora, princesa.

-Tú eres nuestra salvación.

-Protégenos.

Miles de voces presentes en mí, vibrando cada parte de mi cuerpo.

Un fuerte suspiro brotó de mis labios al abrir mis párpados lentamente provocando que la sorpresa me invadiera al observar que la ropa que anteriormente llevaba puesta había sido reemplazada por un gran vestido ajustado a mi torso, color rojo.

Mi mirada se dirigió hacía mis dos acompañantes, observando su rostros asombrados.

Una imagen levemente borrosa se hizo presente en mi mente, en ella se encontraba una joven igual a mí, tenía sus facciones finamente pulidas, unos grandes ojos grises adornaban su piel levemente clara.

-Tú...-murmuró Ethan asombrado, sus ojos estaban abiertos por completo, mostrándose sorprendidos ante mi apariencia.

-He cambiado- respondí, mi voz era suave.

-Debemos entrar- susurró Mercy, llamando nuestra atención- la Luna está comenzando a posarse sobre el cielo- retomó nuevamente su camino, seguido de nosotros.

Mis ojos observaban aquella puerta de madera, frente a esta se encontraban dos guardias, quizá esperando mi llegada.

Ambos al vernos llegar asintieron con su cabeza, inclinando levemente su torso para luego dejarnos pasar.

-Es hora princesa- susurraron en mi interior, un leve suspiro salió de mis labios antes de entrar al interior del maravilloso lugar.

-Esto recién comienza.

Sentía como cada uno de mis demonios se removía en mi interior, ayudando a controlarme.

Una leve sonrisa se instaló en mi rostro al sentir como se unían a mí controlando mis impulsos.

Un leve apretón sobre mi mano logró tranquilizarme, a un lado de mi se encontraba Mercy, sonriéndome tiernamente.

-Gracias- susurré a su lado, observando su rostro. Asintió suspirando, alejándose de mí para luego colocarse a un lado de Ethan.

Mis pasos comenzaron a ser rápidos y firmes, observaba como la enorme puerta se abría ante mí dejándome ver su interior.

A mi alrededor se encontraban miles de personas observando mi llegada, podía observar que a lo lejos se encontraba la gran estructura del Palacio.

Los ojos de cada persona se encontraban posados en mí, queriendo atravesar mi alma.

La visión estaba comenzando a ser real...

Una extraña sensación de calidez comenzó a invadir mi cuerpo al llegar hasta donde se encontraban dos personas, estas eran tapadas por el cuerpo de los presentes siendo imposible poder reconocer sus rostros.

Mi corazón comenzaba a acelerarse a medida que mis pasos comenzaban a acercarse ellos.

El aire se tornaba tenso a mi alrededor, los rostros de confusión de los presentes era evidente, sabía que mi cuerpo emanaba un aura extraña, poderosa, aquello me era imposible ocultarlo, no cabía duda que cada uno de mis demonios se encontraban junto a mi controlando mi cuerpo.

Mis pasos cada vez se acercaban como si se tratase de imanes, los nervios atravesaban mi interior, perdiéndose en mi interior.

Una extraña sensación a mi alrededor comenzaba a hacerme sentir protegida por cada una de los presentes, como si una fuerte energía nos uniera creando un lazo realmente fuerte.

Mis pasos frenaron abruptamente al observar como los presentes se hacían a un lado dejando ver el rostro de las Reyes frente a mí.

Las palabras se encontraban atoradas en mí, mis ojos no podían despegarse de sus rostros, mi corazón se paralizó al notar mi parecido realmente notorio con Cassandra.

Mi madre.

Estaba frente a mis verdaderos padres, los reyes.

-Madre- susurré en mi interior.

Sus ojos se abrieron con sorpresa y mi corazón comenzó a acelerarse de tan solo pensar que ella podría conocerme.

La ElegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora