POV. Alice Camberleck
Mi abuela solía decirme que todo lo que sucedía era por algo. El destino podía modificarse a base de decisiones, que no todo estaba perdido en este mundo repleto de maravillas siendo destruidas por el ser humano.
El amor es un misterio, una aventura al más allá, repleta de nuevas emociones, sentimientos llenos de luz. No todo sería felicidad, a veces para ser feliz debemos de pagar el precio de la tristeza, aprender a ser fuerte a base de decepciones.
-No todo se encuentra perdido en este mundo, Alice, eso debes saberlo, siempre.
Quizás cada una de sus palabras eran ciertas, quizás no todo se encontraba perdido entre esta espesa oscuridad que nos rodea.
Solía contarme una historia entre dos personas de diferente mundo, tan unidas y a su vez tan lejos; el verdadero significado de las almas gemelas, aún recordaba como lo susurraba antes de dormirme.
-Hace siglos existía un pequeño Palacio, en este se encontraba una hermosa princesa quien se encontraba en busca de un amor, un Príncipe que reine a su lado, cuidandola, protegiéndola y lo más importante... amándola.
-Sus esperanzas se encontraban desbordadas al no encontrar a nadie quien la amase como ella tanto anhelaba cada noche.
-Pero había algo que ella no recordaba, el amor no se busca, se encuentra.
Los meses pasaban y la bella princesa se sumergía en una inmensa depresión, pasaba días enteros dentro de su habitación prohibiendo que le visiten sin su permiso.-Vuestra Majestad, murmuraban sorprendidos al observar su rostro demacrado.
-Las noches dejaban de tener significado, las estrellas no tenían aquel brillo que solían tener, los días dejaban de ser soleados para rodear inmensas nubes sin color, gris como su alma, rota.
-Una noche las estrellas brillaban con devoción, su rostro se iluminaba entre la luz que irradiaba la luna.
-Todo lo que ella había anhelado se cumpliría esa noche estrellada, al compás de sus corazones.
-La reencarnación de renacer, vuestro corazón lo sentirá.
Mis labios sostenían el cigarrillo, el característico humo sobresalía sin pudor. Su gusto recorría cada rincón de mi garganta, logrando saciar la frustración que habitaba en mí.
El aire golpeaba suavemente mi rostro, acariciando cada poro de mi piel. El dulce murmullo de la naturaleza trazaba la tranquilidad en mi interior.
-¿Sabías que daña fumar?- una voz a mi lado me sobresaltó, encontrándome con el rostro de Alexander.
-Buena suerte- reí mirándolo- es imposible que esto logre lastimarme- exhalé el humo de manera lenta, disfrutando su extraña sensación.
-Te equivocas- respondió suspirando- ¿Por qué lo haces?
-¿Esto?- pregunté alzando el pequeño cigarrillo que se hallaba entre mis dedos, él asintió- Lo hago porque es lo único que me ayuda a disolver el estrés- suspiré sabiendo que era una excusa.
-Hay diferentes formas de sentirte mejor- nuestros ojos se conectaron erizando mi piel- Y esto no es la salvación, es tu propia muerte- una sonrisa se instaló en mi rostro al notar su voz preocupada.
-No soy normal- reí al notar su desconcierto- Esto no logra hacerme daño, podría fumar una cajetilla completa y no sucedería absolutamente nada- tiré el pequeño cigarro desgastado mientras exhalaba el humo retenidamente.
-¿Cómo lo sabes?- preguntó interesado.
-Porque no soy humana- respondí creando una pequeña esfera azul sobre mi mano.
-¿Qué?- murmuró observando como el destello de luz desaparecía.
-¿Sorprendido?
-Eres increíble- sonrió acercándose lentamente.
Es asombroso lo cómodo que resulta estar al lado de una persona que prácticamente ni conoces, el hecho de hacerte sentir en casa, con tan solo una mirada puede hacerte sentir protegida y con unas simples palabras pueden hacerte volar entre un sin fin de emociones, resulta ser aterrador todo lo que una persona puede hacerte sentir.
No es por lo que es, sino por lo que te hace sentir, haciéndote volar entre su mirada, sus manos acariciando suavemente tu rostro, su tenue sonrisa que hace delirar tus sentidos.
El insistente sentimiento de querer rozar sus labios, el deseo en sus ojos, los pensamientos de sus manos acariciando cada poro de mi cuerpo, queriendo sentir, el sentir por completo su anatomía.
-Alexander- murmuré rozando nuestros labios, con la necesidad de sentirlos, acariciando su textura.
-Te besaré- advirtió antes de besarme, cerrando nuestros ojos dejándonos llevar por nuestros sentimientos.
-Oh Alexander, me haces caer en la tentación del amor.
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La Elegida
Vampiri«Eres nuestra reina» «El momento está llegando» Susurros y pesadillas constantemente, me mantenían confundida y asustada. Sabía que algo se avecina, pero algo muy malo. «Nuestro futuro está en tus manos» «Ya es la hora mi niña» «No tengas miedo...